Argentina: La solución para las economías regionales

Pablo Guido considera que "hay muchos motivos para responsabilizar a la actual política macroeconómica de gran parte de los problemas que aquejan hoy a las economías regionales: el retraso cambiario y los elevados niveles de presión tributaria, como mencionamos, son alguno de ellos".

Por Pablo Guido

¿A qué llamamos economías regionales? Son aquellas actividades productivas propias de una región o provincia en particular. La producción de carne vacuna, maíz, trigo, aceite de soja y soja en la región pampeana; naranja, azúcar, arroz y algodón en el Norte de Argentina; aceite de oliva, vinos y minería en la región de Cuyo; petróleo, gas y frutas (manzanas y peras) en la región patagónica, por ejemplo.

En los últimos años los problemas de competitividad de estas economías regionales quedan confirmados en la retracción en las exportaciones. Durante 2014 las ventas argentinas al exterior se redujeron un 12%, como consecuencia de una disminución de 2% en los precios de venta y 10% en las cantidades vendidas. La peor caída la tuvo la región del Noroeste argentino (-18%), seguida de Cuyo (-11%) y la región pampeana (-8%). Por su parte la Patagonia vio mermar sus exportaciones, el año pasado, un 6%, como consecuencia de una disminución en las ventas de petróleo (-6%) y frutas (-9%). Las autoridades nacionales atribuyen la retracción de las exportaciones en que “el mundo se nos vino encima”. No es tan así, ya que entre enero de 2014 y el mismo mes de 2015 las ventas al exterior cayeron en Colombia un 40%, seguido de Argentina (-18%) y Brasil (-14%). Sin embargo, otros países latinoamericanos parecen continuar con los incrementos en sus exportaciones, como el caso de México (+2%), Paraguay (+6%), Uruguay (+10%), Chile (+14%) y Bolivia (+17%).

Para la región del Alto Valle las noticias no son alentadoras en el primer cuatrimestre del año ya que las ventas al exterior de las peras y manzanas retrocedieron un 61% y 34%, respectivamente. Recordemos que en los primeros 4 meses del año las exportaciones argentinas totales cayeron 17% y si desagregamos un poco más, vemos que las ventas de los productos primarios se retraen 4%. Por el lado de los hidrocarburos las cosas son peores ya que las exportaciones de petróleo y gas, en el primer cuatrimestre del año, caen un 69% y 55%, respectivamente. Por lo tanto, podríamos decir que los principales productos de nuestra economía regional (frutas e hidrocarburos) tienen graves dificultades en materia exportadora.

¿Cuáles son los motivos de esta pérdida de competitividad en nuestra economía regional? Las causas son varias, como habitualmente sucede en economía. En primer lugar, el retraso cambiario, es decir, como consecuencia que los precios internos aumentan a mayor ritmo que el dólar entonces los costos locales expresados en dólares suben. En segundo lugar, algunos de los productos de nuestra región muestran caídas de los precios en los mercados mundiales. En tercer lugar, las devaluaciones de las monedas en países competidores o compradores de nuestros productos hacen que dichos bienes se vuelvan más caros en dólares. En cuarto lugar, la creciente presión tributaria que después de una década ha terminado de cristalizarse y convertirnos, junto con Brasil, en el país más costoso en materia impositiva de Latinoamérica. En quinto lugar, seguramente, podremos anotar los problemas de eficiencia y eficacia que hacia adentro de cada empresa podemos encontrar, fundamentalmente en el caso de los productos frutihortícolas.

Como vemos hay causas de toda índole: aquellas que dependen del empresario local, las que dependen de decisiones macroeconómicas internas y las que dependen de las condiciones en el mundo. Nada se puede hacer respecto a caídas en los precios internacionales ni con las devaluaciones de las monedas en otros países. Respecto a los problemas de productividad que cada empresa o sector puede tener ahí se acumulan décadas de falta de crédito; falta de capacitación en la gestión; falta de una planificación empresarial en materia de estrategia de ventas, posicionamiento de la empresa, búsqueda de nuevos mercados, etc. Pero hay muchos motivos para responsabilizar a la actual política macroeconómica de gran parte de los problemas que aquejan hoy a las economías regionales: el retraso cambiario y los elevados niveles de presión tributaria, como mencionamos, son alguno de ellos. Ambos, no casualmente, se originan en la necesidad que hoy tiene el sector público argentino (sea a nivel nacional, provincial o municipal) de financiar un Estado cada vez más y más grande. Como el gasto público total del país creció desde el 30% a casi 50% del PIB hubo que encontrar nuevas fuentes de financiamiento: emisión monetaria del Banco Central, endeudamiento interno y externo, creación de nuevo impuestos o elevación de las alícuotas de los ya existentes. La emisión de dinero explica el retraso cambiario, ya que el gobierno ha elegido como estrategia de control de precios, frente a la inflación resultante de dicha emisión, “anclar” el dólar oficial. Y el crecimiento en la presión tributaria ha venido de la mano de las retenciones a las exportaciones o la creación de nuevos impuestos municipales o la elevación de las alícuotas en el impuesto de los Ingresos Brutos provinciales o la falta de ajuste (en el mínimo no imponible y en las escalas) en el impuesto a las Ganancias. En el caso del sector de hidrocarburos hay que agregar que las menores exportaciones también residen en el colapso de la producción: en el caso del gas un 35% y en el del petróleo un 60%.

En otras palabras, las causas locales de la pérdida de competitividad de nuestra economía regional residen, en gran parte, en las malas políticas fiscales o en las malas políticas sectoriales (los controles de precios que hubo hasta 2014 en el caso del petróleo y gas). No es de extrañar que ante el aumento “explosivo” del tamaño del Estado se achique el tamaño de las actividades privadas. Los niveles de productividad de nuestra economía privada no son suficientes para soportar el enorme peso del gasto público sin generar problemas en el mediano y largo plazo en las empresas. La pregunta es qué medidas tomarán el próximo gobierno nacional y los de las provincias en los siguientes años en materia fiscal. Porque si la solución pasa por subsidiar con “paquetazos” de dinero las economías regionales el costo del Estado seguirá siendo alto, la presión tributaria no bajará y la solución será “pan para hoy y hambre para mañana”. El perro que se muerde la cola. Nadie puede asegurar que en nuestra región los principales productos de exportación serán por siempre los provenientes de los sectores frutihortícolas o hidrocarburíferos. Eso nadie lo sabe. Lo que sí deben hacer los Estados (nacional, provincial y municipal) es crear condiciones estables en materia institucional para que las actividades privadas no sean bombardeadas permanentemente por factores exógenos (impuestos, retraso cambiario, controles de precios, regulaciones excesivas, etc.). Una moneda estable, impuestos más bajos, regulaciones moderadas e inteligentes, eliminación de los controles de precios y del cepo cambiario, acuerdos de libre comercio con la mayor cantidad de países posible, son alguna de las condiciones necesarias para que las economías regionales prosperen. Dichas condiciones son el punto de partida para que parte de los cientos de miles de millones de dólares que hay en el mundo en búsqueda de nuevos horizontes sean invertidos en nuestra región. El crecimiento económico significa aceleración en el proceso de creación de riqueza, lo cual depende del stock de capital invertido per cápita. Y lo anterior es consecuencia de un marco institucional civilizado y estable. No es cierto que la seguridad jurídica sea un concepto “horrible”, como dijo hace no mucho tiempo un encumbrado funcionario nacional. Preguntémosles a los empresarios de nuestras economías regionales qué piensan respecto a la falta de ella. Es entendible el reclamo desesperado de los productores cuando salen a cortar rutas y puentes. Pero los subsidios son un recurso de emergencia que sin una modificación de las causas de fondo del problema llevarán a nuevas protestas en un tiempo breve. En todo caso habría que manifestarse, sin cortar rutas y puentes, solicitando expresamente la implementación de un marco institucional que permita el ahorro, las inversiones y el incremento de la productividad. El resto es puro relato y soluciones de corto plazo.

Este artículo fue publicado originalmente en Fundación Progreso y Libertad (Argentina) el 18 de agosto de 2015.