Algo acerca de las vacunas que es agradable para los liberales

Ryan Bourne considera que está teniendo Pfizer con su vacuna contra el COVID-19 no se debe a una supuesta alianza-público privada, dado que esta empresa no fue parte de la Operación “Warp Speed” del gobierno de Trump para financiar la investigación y desarrollo, a diferencia de otras seis empresas.

Por Ryan Bourne

Ronald Reagan una vez dijo, “No hay límite a la cantidad de bien que se puede hacer si a usted no le importa quién obtiene el crédito”. En el clima político fragmentado de EE.UU., tristemente era predecible que incluso las noticias bienvenidas de los resultados prometedores de las pruebas clínicas de la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer producirían una batalla política en torno al momento del anuncio y a quién debería agradecérsele por el prospecto de que la pandemia se acabe más pronto de lo esperado. 

El vicepresidente Mike Pence, por ejemplo, twiteó ayer: “GIGANTESCAS NOTICIAS: Gracias a la alianza público-privada forjada por el presidente Donald Trump, Pfizer anunció que las pruebas de su vacuna contra el Coronavirus son EFECTIVAS, previniendo la infección en 90% de sus voluntarios”. Ciertamente, el gobierno federal ayudó a engrasar las llantas del desarrollo de las vacunas contra el COVID-19 con los compromisos de comprar dosis de ciertas empresas (algo por lo que los economistas presionaron). En el caso de Pfizer, eso fue un acuerdo de pagar $1.900 millones por 100 millones de dosis (suficiente para 50 millones de personas) con la opción de comprar 500 millones más —si es que la vacuna ser al menos un 50 por ciento más efectiva que un placebo. Aún así, ¿acaso es realmente la alianza público-privada la que contribuyó a este éxito en particular? 

Es interesante que Pfizer no fue parte de la Operación “Warp Speed” del gobierno para financiar la investigación y desarrollo, a diferencia de otras seis empresas. Cuando le preguntaron en septiembre por qué ellos habían optado por rechazar este dinero y cargar con los riesgos de investigación y desarrollo por sí solos, y qué ventajas podía esto acarrearles, el CEO de Pfizer, el Dr. Bourla explicó:

“Usted tiene razón, si todo falla, esto saldrá de nuestros bolsillos. Y al final del día, es solo dinero. Eso no hundirá a la empresa, aunque si será doloroso porque estamos invirtiendo mil quinientos millones de dólares al menos en COVID ahora mismo. Pero la razón por la que lo hicimos es porque queríamos liberar a nuestros científicos de cualquier burocracia. Cuando usted recibe dinero de alguien este siempre viene con condiciones. Quiere ver cómo va el progreso, qué tipo de pasos vas a dar. Quieren reportes. Yo no quería nada de eso. Yo los quería a ellos —básicamente les di un cheque en blanco para que se preocupen únicamente acerca de los retos científicos, de nada más. Y además, quería mantener a Pfizer fuera de la política, por cierto”.

Aquí hay una lección regulatoria liberal: como vimos con la Administración de Alimentos y Medicinas y las pruebas para el diagnóstico del COVID-19, la burocracia puede detener una innovación importante, incurriendo en enormes costos durante una pandemia que ahora está limitando severamente la actividad comercial y nuestras libertades. Con los fondos estatales viene la amenaza de presiones y controles políticos que arrojan más arena sobre las ruedas.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 10 de noviembre de 2020.