Adiós, Uber Colombia

Paola Ycaza Oneto comenta la salida de Colombia de Uber debido a un fallo judicial que determinó que la plataforma digital estaba aprovechándose de "una ventaja comparativa o comparada en el mercado del transporte público".

Por Paola Ycaza Oneto

El día que escribo estas líneas es el último en que opera Uber Colombia

La Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) le dio la razón en diciembre a Cotech, una empresa proveedora de taxis, en la demanda contra Uber por competencia desleal

La demanda que terminó sacando a Uber de Colombia está centrada en los artículos 8 y 18 de la Ley 256 de 1996, específicamente en la desviación de clientela. Un juez decidió que, en efecto, Uber “tuvo una ventaja competitiva o comparada en el mercado del transporte público”. Según la SIC, “la aplicación prestaría un servicio de transporte individual de pasajeros en el que crearía la oferta y pondría a disposición de los usuarios el servicio”; por esto, estaría violando las normas que regulan el mercado y generando una ventaja “significativa” que crea una desviación de la clientela de Cotech.

La decisión de la SIC y el pronunciamiento del juez con los cuales se acusa a Uber es exactamente el beneficio que valora el consumidor al optar por un servicio de esta plataforma en lugar de un taxi cualquiera. No por gusto Uber opera en medio planeta con tanto éxito. 

Cuando el Estado interfiere en la decisión de los usuarios para transportarse, parte de un concepto equivocado de “competencia”. Complacer a un oligopolio amarillo solo perjudica a los usuarios que veían en Uber una forma de llegar del punto A al punto B en carros cómodos y en buen estado, seguros, usando tarjeta de crédito y, por último y más importante, con un conductor que no se rehúsa a llevarte del punto A al punto B, pues no existe el afamado “yo allá no voy” o “no tengo suelto”. Todo esto ha contribuido a que Uber se convierta en una opción muy conveniente para millones de usuarios, tanto residentes en el país como visitantes. 

Por supuesto que Uber no es perfecto. Se han registrado estafas, robos, secuestros y cuenta con algunos de los riesgos que cualquier transporte particular puede tener. Sin embargo, al ser una plataforma digital, tener GPS, y contar con un departamento de servicio al cliente, ya se previenen muchos de estos riesgos, dando más seguridad que los taxis amarillos.

Prohibir Uber porque los taxistas lo consideran competencia, “porque desvía clientela” o porque es “una ventaja competitiva o comparada en el mercado del transporte público” equivale a prohibir los teléfonos o el correo electrónico para que el cartero pueda justificar su trabajo. Más grave aún… pareciera que mientras usuarios y empresas evolucionan y armonizan con la tecnología, el Estado se queda en la década pasada protegiendo a un grupo pequeño y ¡perjudicando a uno gigante! Dice el correo de despedida de Uber Colombia: “Hace seis años fuimos los primeros en ofrecerle a Colombia una alternativa de movilidad innovadora y confiable. Hoy Colombia es también el primer país del continente en cerrarle las puertas a la tecnología”. 

300 millones de recorridos, 12 ciudades en Colombia, 88000 socios conductores... pero la cifra más reveladora es esta: 2 millones de usuarios que se quedan sin la posibilidad de optar por una mejor forma de transportarse.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 3 de febrero de 2020.