¿Acaso los trabajadores jóvenes y bien educados conducirán a un resurgimiento de los sindicatos?

Walter Olson dice que si bien la porción de trabajadores estadounidenses que pertenecen a un sindicato continúa cayendo, hay ciertos sectores con fuerzas laborales jóvenes, bien preparadas y con aspiraciones de impulsar determinada agenda política, donde los sindicatos sí están encontrando nuevos miembros.

Por Walter Olson

“Luego de décadas de un declive en la membrecía en los sindicatos, el trabajo organizado puede que está a punto de resurgir en EE.UU.” dijo el New York Times hace unas semanas, haciendo eco de docenas de afirmaciones similares recientes. Pero qué tan sólido es el caso a favor de un retorno de la sindicalización, y si sucede, ¿qué será amplio o limitado? The Economist me invitó a escribir una columna sobre este tema que se publicó la semana pasada.

Empiezo con cifras del Buró de Estadísticas Laborales, que indican que la porción de trabajadores estadounidenses que pertenecían a sindicatos cayó el año pasado, no aumentó, de 10,8% a 10,3%, de vuelta a su porción de 2019 y muy por debajo del 20,1% de 1983 o del pico de todos los tiempos de 34,8% en 1954. En general, la membrecía en sindicatos en EE.UU. cayó el año pasado en 241.000 trabajadores hasta llegar a 14 millones.

¿Cómo puede ser esto cuando continuamos leyendo reportajes acerca de impulsos para sindicalizarse en lugares de trabajo de alto perfil? Los sindicatos últimamente han obtenido nuevos miembros en los medios de comunicación como Vox, BuzzFeed, las revistas New York y New Yorker, así como también en los grupos de promoción de una causa o las organizaciones sin fines de lucro para las artes.

Lo qué está sucediendo aquí, argumento, puede que se deba más a la cultura que a cuestiones de sueldo y promociones. Los sectores golpeados últimamente con el fermento sindicalista suelen tener fuerzas laborales jóvenes, bien preparadas y aspiracionales. “Muchos de estos trabajos atraen una generación cuyos miembros muchas veces tienen opiniones firmes sobre asuntos sociales, y tal vez ven el lugar de trabajo como lago más que un medio para obtener un cheque”. Después de años de buscar un avance en la sindicalización dentro de las empresas de comidas rápidas, los sindicatos la encontraron no en, por ejemplo, Kentucky Fried Chicken sino en Starbucks.

De igual forma, en el New York Times el reportero laboral Noam Scheiber señala en una entrevista que “los trabajadores educados en universidades han estado altamente involucrados” en los recientes impulsos de sindicalización, muchas veces “las personas con política radical toman trabajos con la intención explícita de organizar a los trabajadores”. El ejemplo de Scheiber es una becaria Rhodes que “portaba un sweater de Karl Marx en Oxford”; de vuelta en su estado ella precedió a tomar un trabajo como barista en un Starbucks en Buffalo, exitosamente organizando a sus colegas de trabajo allí y luego llegando a hacer lo mismo en otras tiendas de la misma cadena (La transición de radical en el campus universitario hacia estrella sindical difícilmente es algo nuevo).

La columna, que solo se puede leer con una suscripción, aborda muchos otros ángulos de esta cuestión, desde la opinión pública hasta el papel de los sindicatos para empleados estatales. El punto principal: los sindicatos están recibiendo un impulso de cierta manera al ser vistos como vehículos para impulsar la justicia social, pero una visión de campaña de la justicia social no es del gusto de la mayoría, incluso entre los jóvenes y móviles. “Hay una razón por la que los organizadores reportan más éxito entre el personal de las organizaciones nacionales ambientales que entre, por ejemplo, los instaladores de paneles de yeso, un sector que emplea a 140.000”.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 25 de julio de 2022.