Un flujo de cifras erróneas sobre la inmigración

Por Daniel T. Griswold

El debate en Washington sobre la reforma de las leyes de inmigración no solo ha producido retórica dramática sino también algunas aseveraciones fantásticas. Pocas son más radicales que la predicción de un centro de investigación muy conocido de que la ley de reforma recién aprobada por el Senado resultará en 103 millones de inmigrantes legales nuevos en EE.UU. a lo largo de los próximos 20 años.

En el “diario de Internet” de la Heritage Foundation, el autor Robert Rector dice que la ley de inmigración Hagel-Martínez (S. 2611) desencadenaría un flujo migratorio que abrumaría a la capacidad de absorber tantas personas de EE.UU. Él calcula que la ley no solo permitiría un creciente número de trabajadores temporales nuevos, sino que también casi todos ellos eventualmente se convertirían en ciudadanos, permitiendo que auspicien a sus cónyuges, hijos, padres y hasta a sus hermanos mayores de edad para que inmigren.

El número sensacional seguramente generó bulla, pero esto fluye de presunciones que no se sostienen si se las observa de cerca. Su número principal es hasta risible.

Para que haya un total de inmigrantes legales a lo largo de 20 años, la inmigración necesitaría ser de un promedio de 5 millones por año. Durante la última década, la inmigración legal e ilegal combinada ha sido en promedio de 1,5 millones al año. Nadie que se especialice en inmigración cree que los actuales flujos entrantes se triplicarán aún si la versión más generosa de S. 2611 se convirtiese en ley.

La inmigración es fundamentalmente promovida por la demanda en la economía estadounidense de trabajadores. Cuando la economía arranca, también aumenta el flujo de inmigrantes; cuando se desacelera la economía, también se desacelera la inmigración. Aún con la extensión de las reducciones de impuestos a las ganancias capitales y a los dividendos es ridículo asumir que la economía estadounidense crecerá lo suficiente para acomodar a 5 millones de inmigrantes nuevos cada año. Cualesquiera que sean las provisiones de una ley de inmigración, el número de inmigrantes nuevos será limitado por el crecimiento de la economía estadounidense.

El estudio de Heritage asume equivocadamente que casi todos los trabajadores temporales se convertirán en permanentes y eventualmente en ciudadanos. Esto ignora el hecho de que la inmigración mexicana tradicionalmente ha sido circular, con gran parte de los mexicanos eventualmente regresando a casa.

También asume incorrectamente que los números exagerados de aquellos que se vuelven permanentes entonces auspiciarán a grandes cantidades de familiares para que también migren permanentemente—la supuestamente denominada inmigración en cadena. Nuestra reciente experiencia con la legalización expone el error de los cálculos de la Heritage Foundation.

La Ley de Control y Reforma de la Inmigración de 1986 (IRCA, por sus siglas en inglés) legalizó a 2,7 millones de trabajadores indocumentados. Aquello realmente fue una amnistía en la cual se ofreció un estatus legal inmediato y permanente (una “green card”) a los trabajadores ilegales que habían estado en EE.UU. por más de 5 años. Aún este programa de legalización acelerada no desencadenó algo como la ola de inmigración en cadena que el estudio de Heritage predice de la ley más incremental del Senado.

En los 20 años desde que se estableció la ley IRCA (por coincidencia el mismo tiempo que observó el estudio de Heritage), EE.UU. ha aceptado un promedio de 950.000 inmigrantes legales al año. Cuando usted sustrae la base de inmigración anual de 600.000 en la década anterior a IRCA y los 2,7 millones de trabajadores directamente legalizados por la amnistía de IRCA, el aumento anual desde ese entonces llega a no más de 200.000 por año desde los niveles pre-IRCA—o cerca de 4 millones a lo largo de un periodo de 20 años. Y una porción considerable de ese aumento puede ser atribuido a la ley de 1990 que aumentó las cuotas para la inmigración legal.

Obviamente la amnistía de 1986 no causó algo como la ola de inmigración en cadena. Tampoco hay razón alguna para creer que la ley de reforma del Senado la causará.

Un estudio muchísimo más confiable y objetivo recientemente publicado por la Oficina del Presupuesto del Congreso estima que S.2611 aumentaría la población estadounidense por solo 8 millones en los primeros 10 años. Aunque más inmigración en cadena sería esperada en la segunda década luego de que los trabajadores temporales originales consiguiesen su ciudadanía, el nivel de 800.000 inmigrantes por año es mucho más en línea con la reciente historia y con la necesidad esperada de la economía estadounidense de nuevos trabajadores.

Un análisis realizado por el Comité de Consejeros Económicos (CEA, por sus siglas en inglés) del Presidente Bush expusieron el número de errores en el estudio de Heritage. La CEA descubrió que el estudio cuenta dos veces millones de inmigrantes nuevos, primero como trabajadores invitados, luego nuevamente como tenedores de green cards. Sobreestima sustancialmente el número de inmigrantes ilegales que permanecerían en EE.UU. permanentemente como también el número de padres de ciudadanos recientemente naturalizados que inmigrarían e ignora que millones de inmigrantes luego decidirían regresarse.

El tipo de programa sensible y comprensivo respaldado por el Presidente Bush y ahora el Senado no tendría el efecto draconiano por sobre el presupuesto federal o por sobre la población estadounidense que los oponentes están mencionando. De hecho, al convertir un flujo y una población de inmigrantes ilegales en un flujo y una población legales, la reforma aseguraría nuestras fronteras, reduciría la inmigración ilegal, estimularía nuestra economía y haría prevalecer nuestros principios de ser una nación abierta a los inmigrantes pacíficos y trabajadores.

Traducido por Gabriela Calderón para Cato Institute.