Un ex prisionero político cubano planea el regreso a su país

Por Mary Anastasia O'Grady

El mes pasado, durante una noche calurosa y húmeda en Nueva York, cerca de 70 personas se reunieron en una oficina del centro de Manhattan para escuchar al ex prisionero político cubano Héctor Palacios hablar sobre política cubana.

Vestido con una guayabera blanca y pantalón caqui, Palacios se veía como cualquier exiliado cubano promedio. Sin embargo, se ha distinguido del resto de la comunidad de refugiados al declarar sus intenciones de regresar a su país el próximo mes.

Para cualquiera que conozca su historia de tortura a manos del régimen revolucionario entre 2003 y 2006, esto suena como una completa locura.

Pero después de escucharlo a él y a su esposa, Gisela Delgado, quien lo acompañó esa noche, entendí que la decisión de la pareja, aunque tiene riesgos, también tiene algo de razón.

Palacios y Delgado creen que el sistema está agonizando. Aunque su optimismo refleja el triunfo de la esperanza sobre la experiencia, es igualmente posible que el cambio finalmente esté cerca.

Palacios no se hace ilusiones sobre lo despiadado que es el régimen de los Castro. El mismo fue un ardiente comunista y practicante del comportamiento secreto y deshonesto del régimen. Su epifanía llegó durante el episodio del Mariel en 1980, cuando vio cómo agentes de seguridad incitaban a las turbas a que atacaran a la gente que sólo quería dejar la isla. La decepción fue total.

Con el tiempo, Palacios cada vez cooperó menos con el régimen. Recientemente, lo que le generó problemas fue su participación en el proyecto Varela, que lideró una petición para una reforma democrática. Recogió más de 11.000 firmas.

La audacia del pueblo atemoriza al régimen. Por su participación en el proyecto Varela y su activismo público, Palacios fue arrestado, junto con otros 75 activistas políticos, periodistas, escritores, poetas y bibliotecarios. Fue un ataque de tres días contra la disidencia llavado a cabo en marzo de 2003. Después de juicios sumarios, Palacios fue sentenciado, junto con otros, a 25 años de prisión. Los cubanos denominaron el episodio como la "primavera negra".

Durante su reclusión, Palacios, que mide más de 1,90 metros, fue encerrado en una celda de metal y cemento de 1,60 de alto, por 1,75 de largo y 1,20 de ancho. Con la forma de un iglú, la celda era expuesta al sol con el propósito de "hornear" a su ocupante.

Palacios desarrolló problemas cardiacos. Estuvo cerca de morir cuando el régimen, que trata de evitar la mala prensa que genera la muerte de un preso político, lo liberó y lo puso en manos del gobierno español en diciembre de 2006.

En un reportaje escrito por el exiliado cubano Carlos Alberto Montaner desde España en 2007, Montaner describe la reclusión de Palacios: "Héctor vivía acostado en posición fetal y en semipenumbra. Bajó cuarenta kilos. Respiraba por el resquicio de la puerta. Su compañía eran los ratones y las cucarachas que ascendían por el hueco en el que defecaba".

Los médicos españoles curaron el corazón de Palacios. Pero su sentencia en Cuba sigue vigente y cuando regrese, tal como otros 19 prisioneros de la "primavera negra" que han sido liberados por razones de salud, puede ser encarcelado de nuevo en cualquier momento. Cincuenta y cinco prisioneros de marzo de 2003 aún están pagando sus penas y sufriendo un tratamiento espantoso.

Después de sufrir todo esto, Palacios y Delgado sostienen que la libertad en Cuba está cerca porque el fracaso del régimen ahora es reconocido por todos y los cubanos se están volviendo más audaces para romper las reglas. Delgado, quien es la fundadora de un movimiento de bibliotecas independientes, estima que cerca de dos millones de cubanos han visitado esas bibliotecas o han pedido libros prestados de ellas. Que tantos estén tomando esos riesgos es impresionante y va acompañado de otros cambios en comportamiento. La juventud del país se ha vuelto irreverente con la autoridad y otros ya no son tan renuentes a quejarse. Incluso hay un movimiento que exige que el peso cubano sea convertible a dólares.

Palacios me dijo que la agresividad del Ministerio del Interior ha disminuido en los últimos dos años. Esto respalda la teoría, que ha ganado fuerza entre los observadores de Cuba, de que hay crecientes grietas en el régimen y en la estructura tradicional favorable al gobierno.

En un viaje a España el mes pasado, la estrella afrocubana del canto Pablo Milanés sorprendió a sus compatriotas cuando dijo: "Como revolucionario exijo cambios". Recientemente se informó que el ex director de la Biblioteca Nacional de Cuba, Eliades Acosta, quien actuó como inquisidor del esfuerzo para acabar con el movimiento de las bibliotecas independientes, renunció desilusionado a su posición en el Partido Comunista.

Palacios cree que si Fidel muriera mañana, Raúl dejaría libres a los prisioneros políticos. Eso es sorprendente pero no es necesariamente una actitud caritativa del implacable Raúl. Sugiere que el hermano menor de los Castro sabe que el país está cerca de la insurrección y que sólo puede sobrevivir con el cambio. El actual Presidente sabe que los disidentes no van a desaparecer.

Cuando Montaner le preguntó cuando llegó a España si podría recuperar su salud, Palacios dijo: "Lo que es importante es que no pudieron doblegarme'".

Este artículo fue publicado originalmente en The Wall Street Journal (EE.UU.) el 4 de agosto de 2008.

Este artículo ha sido reproducido con el permiso del Wall Street Journal © 2011
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