La reciente publicidad de una empresa de muebles, donde una modelo aparece desnuda ha despertado las reacciones más campechanas en el país. Los activistas han salido a criticar el spot como machista, degradante contra la mujer, llegando a pedir sanciones penales contra la empresa. Incluso el mismo defensor del pueblo ha acusado a la empresa de “cosificación de la mujer” y otros supuestos delitos. Tal vez el hecho de que un tipo mediocre que llegó al cargo por servilismo y para no molestar al partido de gobierno se involucre en la demanda, demuestra lo pueril de la misma.
Al parecer ciertos sectores de la sociedad creen que la empresa cometió un delito y quieren una sanción penal. Pero para que exista un delito debe existir una víctima y entonces viene la pregunta ¿dónde está la víctima? La modelo que participó del spot, es mayor de edad, posee plenas facultades mentales e hizo lo que hizo por una remuneración mutuamente acordada y con pleno conocimiento de los requisitos y las consecuencias de sus actos. Es más, ella está contenta con toda la repercusión mediática. Entonces ¿quién es la víctima? La respuesta que quieren dar algunos es que las víctimas son la mujer, todas las mujeres lo cual equivale a decir que nadie es la víctima.
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la mujer tuvo un rol de servidumbre y sumisión, algo que en realidad existe hasta nuestros días en mayor o menor medida de acuerdo a cada sociedad. Si el ideal es dar a la mujer igualdad de condiciones, pues ese ideal debe traducirse en libertad para las mujeres: libertad para ser modelos publicitarias y salir desnudas en un spot, libertad para ser ingenieras civiles, pilotos de avión, prostitutas, jugadoras de fútbol, dueñas de empresas, abogadas, políticas, etc. Los grupos que intentan criminalizar los spot sexistas lo hacen bajo el argumento de que quieren proteger y dignificar a la mujer. En realidad lo que hacen es robarle su dignidad al tratarlas como niños incapaces de tomar sus decisiones, quieren robarle su libertad y encasillarlas en un molde único de lo que ellos creen que debería ser el rol y la imagen de la mujer, de manera similar a como se las trataba en la edad media.
No hablo aquí de la calidad estética o moral del spot. Quienes lo consideren ofensivo, tienen todo el derecho a protestar y repudiarlo y expresar su descontento cambiando el canal y no comprando productos a la empresa. Pero entre el repudio civil y la criminalización del hecho existe una gran diferencia que quienes defienden la libertad y la dignidad de las mujeres no debemos cruzar.
Publicado originalmente el 27 de septiembre de 2016.