Seguro Social: Franklin vs. Bismarck

Por José Piñera

Otto von Bismarck, canciller de Alemania desde 1871 hasta 1890, un aristócrata, un monarquista, y un nacionalista prusiano, estableció el primer sistema de seguro social en 1889 en Alemania. La Administración del Seguro Social de EE.UU., en su página Web, traza sus raíces intelectuales a Bismarck y a la concepción del estado de bienestar europeo del siglo 19.

Esta era la Europa de Saint-Simon, Comte, y Marx, donde el planeamiento central y el colectivismo se estaban popularizando como soluciones a la condición humana. El error de estas ideas cuando llevadas a su conclusión lógica, un proceso el cual el economista Premio Nóbel F.A. Hayek llamó “la fatal arrogancia”, ha sido extensamente apreciada luego de la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética.

En otro continente, un siglo antes de Bismarck, vivió Benjamín Franklin, a quien el historiador H.W. Brands denominó como “el primer americano”. Este genio de la tecnología vio el potencial humano en los individuos creativos y responsables que viven en libertad. El escribió un memorando famoso sobre las 13 virtudes—tales como la frugalidad y la diligencia—requeridas para el éxito personal. El individuo no es un punto de data pasivo para los planeadores centrales, sino la raíz de la iniciativa, la creatividad, y la individualidad.

Franklin entendió completamente el poder extraordinario de la tasa del interés compuesto. En su testamento, el dejó 1000 libras esterlinas tanto a Philadelphia como a Boston, cuidadosamente calculó cuanto rendirían estos fondos en más de 200 años a un interés de un 5 por ciento, y puso como condición que estos préstamos se entreguen a artesanos jóvenes para ayudarlos a arrancar con sus negocios.

El nuevo paradigma del seguro social chileno, anclado a las cuentas personales de jubilación, personifican las virtudes de Franklin de la responsabilidad individual, la propiedad privada, el ahorro y la frugalidad, la creación de la riqueza mediante el “milagro del interés compuesto”, y la transferencia de la herencia a la siguiente generación.

Desde que el nuevo sistema chileno fue aprobado el 4 de noviembre de 1980, alrededor de veinte naciones alrededor del mundo, incluyendo países como Polonia, México, y Hong Kong, han adoptado sistemas de jubilación con provisiones para cuentas personales. Por lo tanto, si incluimos las familias de aquellos países, alrededor de 500 millones de vidas pueden haber sido cambiadas por esta idea.

Mientras celebraba este 4 de julio, yo me preguntaba: ¿Cómo puede el país más poderoso y libre en el mundo continuar en el paradigma del Canciller de Hierro e ignorar el camino exitosamente recorrido y demostrado por “el primer americano”?

Traducido por Gabriela Calderón para Cato Institute.