Poder hispano y elecciones en EE.UU.
Por Ángel Soto
Hoy, las primarias del llamado Súper martes serán determinantes en las aspiraciones de los candidatos a ocupar la Casa Blanca. En ese contexto, es interesante observar cómo la elección del hombre más poderoso del mundo y el destino de millones de norteamericanos pueden terminar en las manos de (muy sustanciales) minorías de inmigrantes hispanos que intentan cumplir el "sueño americano".
Efectivamente, si se comparan los censos de 1990 y 2000 la población hispana creció considerablemente, de 22 a 35,3 millones. Hoy ya son más de 40 millones, con proyecciones de que para el 2050 habrá unos 100 millones de personas de origen hispano viviendo en Estados Unidos. Los estados con mayor numero de latinos nacidos en el extranjero son California, Texas y Florida, a los que se agrega en importancia Nueva York.
No fue casual, entonces, que la semana pasada, en su último discurso anual sobre el estado de la Unión, el Presidente George W. Bush hiciera especial mención a América Latina. Es sabido que su llegada al poder se inició con la promesa de que el siglo XXI sería el "siglo de las Américas", pero que los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001 sacaron a la región de su agenda. Al menos en teoría, porque aunque su gestión hacia Latinoamérica admite críticas, hay que reconocer que se avanzó en materias como los acuerdos de libre comercio, en tanto que las relaciones se multiplicaron debido a las inversiones norteamericanas y, sobre todo, a las remesas que millones de latinos residentes en EE.UU. envían a sus familias en los países de origen.
¿Cuánto pesa el poder hispano en la única "hiperpotencia"? Históricamente la tendencia del voto latino se inclina hacia los demócratas. Sin embargo, en la elección de 2004 Bush obtuvo entre los hispanos un 44%, aumentando en 9 puntos porcentuales respecto de las elecciones de 2000. ¿Podrán los republicanos mantener este porcentaje en la contienda electoral que se celebra este año? Parece difícil, no sólo por el incumplimiento y olvido de la promesa inicial de Bush, sino porque ese partido se ha mostrado contrario a una reforma inmigratoria.
Mientras tanto, los demócratas se disputan el apoyo de los hispanos con una Hillary Clinton que lucha por conservarlo frente a un Barack Obama que lo codicia, pero que debe luchar con la imagen de ser el candidato de la minoría afroamericana.
Estados Unidos necesita una reforma inmigratoria con urgencia y quien tome esta bandera dará un paso clave para acercarse a la Casa Blanca.
Eneas Biglione, del Hispanic American Center for Economic Research, sugiere que junto a la combinación de tecnología de vigilancia fronteriza, se debieran desarrollar programas de trabajadores temporales a los cuales podrían postular candidatos que, a través de agencias privadas de empleo establecidas en el extranjero, simplificarían el proceso de selección. Los actuales indocumentados deberían salir del país y regularizar su situación, volviendo a sus trabajos y, de paso, abandonar el anonimato y desamparo en que se encuentran. El desafío es hacer respetar la ley, proteger la seguridad interior, pero al mismo tiempo satisfacer las necesidades de una economía que demanda su mano de obra.
El "poder latino" se impone en Estados Unidos. Muy pronto, los políticos norteamericanos que quieran ganar elecciones deberán tener un vocabulario en español más amplio que "hasta la vista, baby". O arriesgarán que sus rivales usen la frase con ellos.
Este artículo fue publicado originalmente en el La Tercera (Chile) el 4 de febrero de 2008.