Depresión portuguesa
Deirdre McCloskey dice que el desarrollo económico se percibe a largo plazo y se da a un ritmo gradual que no inspira optimismo, mientras que los políticos negocian en el presente con incentivos para exagerar los problemas.
Fui a Portugal por primera vez la semana pasada. He estado mucho en Brasil, así que fue interesante oír la diferencia de acento. El tuyo es mejor para cantar. Pero el viaje sólo duró cuatro días, así que no pude escuchar, por ejemplo, fado. La próxima vez: Oporto, el Norte, el Sur, fado.
Di un discurso en una pequeña conferencia de historiadores económicos. Parecía ir bien, y nos fuimos a un restaurante local de pescado a engullir grandes sardinas.
Pero el país parecía deprimido. Mi anfitrión, un joven y brillante historiador económico llamado Nuno Palma, me dijo que la última vez que Portugal encabezó la clasificación del crecimiento económico europeo fue en las décadas anteriores al gran terremoto de Lisboa... de 1755. de 1755. Él y yo mantuvimos una entrevista ante un pequeño auditorio de liberales en el sentido europeo, es decir, no como el Partido Liberal, sino gente que realmente cree en la igualdad de permisos, la dignidad, la libertad. Todos parecían preocupados por el futuro de su país.
Bueno, ¿quién no lo está hoy en día? Aún así, a los historiadores económicos nos parece extraño, porque sabemos lo pobre que era Portugal en, digamos, 1800. Era el país más pobre de Europa, con unos 2 dólares diarios por persona, y el menos alfabetizado. Más o menos como Brasil tras la primera oleada de descubrimientos de oro. Hoy en día, señalamos, las calles de Lisboa y Sao Paulo están atestadas de automóviles inconcebibles en 1800, y la mayoría de la gente sabe leer. Portugal gana unos 100 dólares al día por persona, casi el doble que Brasil.
Entonces, ¿por qué la gente está tan triste? ¿Por qué son tan propensos a votar a idiotas, por pura casualidad? ¿Por qué no son adultos, responsables y se respetan a sí mismos?
Creo que es porque en la mayoría de los países los ingresos no aumentan a un ritmo que despierte el optimismo. China, por ejemplo, ha crecido tan rápido desde 1978 que su población soporta la aristocracia de los funcionarios del Partido Comunista.
La gente no puede ver mejoras si éstas sólo se producen a un ritmo del 1% anual, a cuyo ritmo los ingresos reales tardan unas siete décadas en duplicarse. Los políticos negocian en el presente y tienen todos los incentivos para exagerar los problemas.
La única forma de ser optimista es convertirse en historiador económico. Se lo recomiendo.
Este artículo fue publicado originalmente en Folha de S. Paulo (Brasil) el 4 de octubre de 2022.