El éxito de Nueva Zelanda
Víctor H. Becerra y Miguel A. Cervantes reseñan el caso exitoso de desarrollo económico que es Nueva Zelanda, economía que pasó de estar estancada entre 1972 y 1984, a tener una economía de mercado moderna y próspera con ciudades que gozan de una de las mejores calidades de vida en el mundo.
Por Victor H. Becerra y Miguel A. Cervantes
Hasta 1984 la economía de Nueva Zelanda se encontraba en una situación de mediocridad, sobre-regulada y empobrecida por un estado interventor.
Por ejemplo, en el transporte estaba prohibido hacer envíos en un tractocamión por más de 150 millas, esto a fin de proteger a la industria nacional de ferrocarriles. Para hacer compras en el exterior se necesitaba permiso del gobierno. Cuando los neozelandeses viajaban al extranjero tenían que enviar los boletos al gobierno para que éste autorizara la cantidad de divisas que permitiría gastar durante el viaje. En la mayoría de los casos, las divisas autorizadas no eran suficientes. Así que la gente compraba cadenas de oro, y las vendía en el extranjero. La economía estaba muy controlada por el gobierno. Se requerían permisos para importar, por lo cual las personas que tenían las licencias de importación podían enriquecerse. Por esta razón había mucha corrupción, a pesar de la flemática tradición británica.
El declive empieza en 1972, con la crisis del petróleo, pero sobre todo cuando Nueva Zelanda perdió el importantísimo mercado británico: cuando el Reino Unido se empieza a integrar al mercado europeo deja de comprar productos lácteos a Nueva Zelanda. Al respecto, considere que el 95 por ciento de las exportaciones de Nueva Zelanda iban a dar al Reino Unido. Para Nueva Zelanda fue un duro golpe. De 1972 a 1984 la economía de Nueva Zelanda tuvo un estancamiento. El control del gobierno en la economía se incrementó en ese mismo periodo; la alarma empezó a sonar. El hartazgo empezaba a sentirse. En 1984 hay una elección adelantada en la que el Partido Nacional, en el poder, pierde y abre la puerta al partido laborista.
Inmediatamente se iniciaron reformas radicales prácticamente de un día para otro, bajo el mandato del gobierno laborista, encabezado por el ministro de Hacienda, Roger Douglas. Este introdujo una serie de medidas para transformar la economía, comúnmente denominadas Rogernomics, las cuales comenzaron a funcionar desde 1984, y a continuación, Ruthanasia. En solo 2 años se hicieron reformas profundas: se abolieron los subsidios a la agricultura, por ejemplo: los ganaderos recibían un subsidio por oveja. Muchas veces las ovejas pastoreaban en tierra no apropiada al pastoreo, y se mantenían flacas, situación que compensaba el subsidio. Estos subsidios llegaron a proporcionar el 40% de los ingresos de los agricultores. Con la abolición de aquellos, los ganaderos empezaron a enviar a las ovejas a las tierras más apropiadas para el pastoreo y las ovejas subieron de peso. Cuando se liberaron las tierras que no eran apropiadas para las ovejas, Nueva Zelanda descubre una nueva vocación: los viñedos y el vino. Además, se abolieron los controles de divisas y los aranceles de forma unilateral. Se terminó también la obligación de pertenecer a un sindicato.
El Dr. Jamie Whyte, director de investigación del Instituto de Asuntos Económicos (IEA), nos dice que los cambios en Nueva Zelanda no solamente fueron económicos sino también significaron fuertes mutaciones sociales. En lo económico, se convirtió en un líder en la exportación de productos lácteos, cordero, lana. En las mutaciones sociales hubo una nueva cultura. Anteriormente todo era una cultura de mediocridad, sin innovación, no había producción artística, no había cultura, no había restaurantes internacionales, daba la impresión de estar en un país socialista. Y de repente, Nueva Zelanda tuvo fuertes cambios culturales gracias a la apertura económica.
Algo interesante fue el acuerdo Trans-Tasmania que permite fronteras abiertas con Australia. Un ciudadano australiano podía así, ir al puesto fronterizo y pedir la residencia permanente en Nueva Zelanda, y comenzar a vivir y trabajar allí, sin restricciones.
Para apreciar en su justa medida los cambios económicos, es menester ver los cambios del país en el ranking de libertad económica del Instituto Fraser. Nueva Zelanda es hoy la tercera economía más libre, después de Hong Kong y Singapur, con un puntaje de 8,5/10. Veamos su mejora en los cinco componentes de libertad económica.
En el primer componente, tamaño del gobierno, en 1980 la nota era de 3,82, y en el 2016 la nota era ya de 6,48. La mejora se debe a la reducción de los subsidios como porcentaje del PIB, empresas de estado e impuestos. En 1980, los subsidios/PIB eran de 22 por ciento y en el 2016 eran ya del 14 por ciento. Las empresas del estado disminuyeron su importancia en la economía. En 1980, la inversión pública como porcentaje de la inversión era del 30,8 por ciento, y en el 2016 era ya del 18 por ciento. El impuesto sobre la renta personal máximo era de 61,5 por ciento en 1980, actualmente es de 33 por ciento. Como vemos en este componente, la reducción de subsidios y empresas de estado no fue a cero, y sin embargo fue suficiente para aumentar la competitividad de Nueva Zelanda.
El segundo componente, sistema legal y derechos de propiedad: Su nota ha sido alta desde 1980 pero ha tenido una ligera mejora. En 1980 la nota era de 8,04, y en el 2016 la nota era de 8,72. Destaca una gran independencia judicial y una gran imparcialidad de los tribunales. Los derechos de propiedad de los ciudadanos son respetados por el Estado de Derecho. El Ejército no interfiere en el sistema legal. Existe una gran integridad del sistema legal. Los contratos son protegidos, y los diferendos se arreglan en un tiempo perentorio. Es fácil hacer transacciones inmobiliarias sin riesgos; en un día es posible hacer el cambio de propietario, solo cuesta 0,1 por ciento del costo de la propiedad, y el sistema de catastro es de los mejores del mundo. La policía es eficaz y profesionalizada: está para servir a la ciudadanía.
En el tercer componente, moneda sana, Nueva Zelanda ha tenido una gran mejora. La nota en 1980 era de 6,31 y en el 2016 la nota fue de 9,46. Destaca una reducción de la inflación. En el 2016 la inflación fue de 1,08, mientras que en 1980 la inflación fue de 15,36. También destaca que actualmente es permitido tener cuentas en divisas sin ninguna restricción. En 1980 no estaba permitido tener cuentas en divisas.
En el cuarto componente, libertad de comercio, la nota era de 7,62 en 1980, y en el 2016 la nota fue de 8,64. Esta mejora se debe a la reducción de aranceles: en 1980 el arancel promedio que se aplicaba a la nación más favorecida era del 13 por ciento, la cual se redujo al 2 por ciento actualmente. La mejora también se debe a que se redujeron los controles de capital.
En el quinto componente, regulación crediticia, laboral y empresarial, ha habido una mejora importante. En 1980 el puntaje en este componente era de 6,38 y en el 2016 el puntaje fue de 9,16, entre los más altos mundialmente. En el caso del crédito se debe a la competencia entre los bancos, ya que no hay bancos de estado, y el gobierno no absorbe los fondos prestables. Esto es un gran cambio ya que en 1980 más del 40 por ciento de los depósitos estaban en bancos de estado. El mercado laboral es bastante flexible, hay facilidad para contratación de trabajadores y despido justificado. Los contratos laborales se hacen a nivel empresa. No hay restricciones para las horas de trabajo; los fines de semana, horas extra, o el trabajo de noche. No existe el servicio militar obligatorio. En regulaciones de empresa, Nueva Zelanda tiene las mejores regulaciones en la tesitura de la economía. No hay costos burocráticos; abrir una empresa es fácil, rápido y no cuesta. Nueva Zelanda es el mejor país para abrir una empresa. Las permisos para operar se obtienen en un tiempo perentorio, y por la misma eficacia para obtener los permisos, no se requieren sobornos para poder operar una empresa. Pagar los impuestos es relativamente fácil.
A diferencia de los setentas, Nueva Zelanda tiene hoy una economía de mercado moderna, próspera y desarrollada, con ciudades que están entre las de mejor calidad de vida de todo el mundo. Esto fue posible transitando de una economía protegida a una economía liberalizada, ampliamente abierta al libre comercio. En tal sentido, Nueva Zelandia es otra historia de éxito de la libertad.