Modernidad y tolerancia
Juan Carlos Hidalgo argumenta cómo países con mayores niveles de libertad económica desarrollan niveles de tolerancia más altos hacia las minorías sexuales.
Una de las grandes ironías de esta elección es que la añoranza que muestran muchos progresistas por la bucólica Costa Rica agrícola de antaño es directamente proporcional al desprecio que les genera cómo vota la gente en las zonas rurales -que, por lo general, es más religiosa y conservadora-. La progresía no cae en cuenta de que hay una fuerte relación entre cuán abierta es una economía al mundo y los grados de apertura mental de la que gozan sus habitantes.
"El comercio cura los prejuicios destructivos", observó atinadamente Montesquieu. La globalización, al poner en creciente contacto a los pueblos, no solo facilita el intercambio de bienes y servicios, sino también de ideas y costumbres. Conforme las naciones se vuelven más cosmopolitas, aumentan los niveles de tolerancia y respeto hacia lo que es percibido como "diferente".
Según John Stuart Mill, "lo cierto es que lo antinatural por lo general solo significa que algo no es cotidiano, y que todo lo que es habitual nos parece natural". La apertura económica rompe las cadenas de la cotidianidad conservadora y contribuye a que un país trascienda sus visiones pueblerinas. Mill no se cansó de enfatizar el valor "de poner a seres humanos en contacto con personas diferentes a ellos, y con modos de pensamiento y acción distintos a los que están familiarizados". Es difícil imaginar un fenómeno similar en una sociedad condenada a la autarquía económica que nos recetan los progresistas.
La evidencia empírica respalda estas observaciones. Un estudio de 65 países realizado por los economistas Niclas Berggren y Therese Nilsson encontró que a largo plazo la libertad económica está positivamente relacionada con la tolerancia hacia las minorías sexuales (siempre es importante tener presente que el cambio social no ocurre de la noche a la mañana). El índice de libertad humana del Cato Institute, que considera 79 indicadores en 159 naciones, también determina la existencia de una estrecha relación entre el disfrute de libertades personales y el nivel de libertad económica de un país.
Los progresistas quieren diversidad y tolerancia al tiempo que promueven políticas económicas anacrónicas que nos alejan de ser un país moderno -su oposición a la Alianza del Pacífico es solo un ejemplo-. Algún día tendrán que entender que la modernidad social y económica van de la mano.
Este artículo fue originalmente publicado en La Nación (Costa Rica) el 5 de marzo de 2018.