México: Políticos contra la tecnología

Sergio Sarmiento considera que la decisión de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de México por dar una docena de canales en el mismo ancho de banda que antes se transmitía solo uno muestra el miedo que tienen los políticos a perder la potestad de dar el permiso o la concesión para cada servicio.

Por Sergio Sarmiento

La tecnología está transformando al mundo, pero esto es algo que los políticos mexicanos prefieren no entender porque afecta sus intereses. A través de un proceso llamado convergencia digital, las barreras que tradicionalmente han separado campos tan diversos como la televisión, el correo y la telefonía se están desplomando. En México, sin embargo, los políticos le tienen temor al proceso porque piensan que les quitará privilegios.

Hoy en día la tecnología nos permite realizar llamadas telefónicas a través del aire en forma de radio o por medio de cables que se colocaron originalmente para llevar el servicio de televisión de paga a los hogares. El internet permite leer periódicos y libros publicados en cualquier lugar del mundo, ver fotografías y video, escuchar música o conversar con alguien que se encuentra a miles de kilómetros de distancia y hacerlo viendo de frente al interlocutor. Los cables telefónicos pueden distribuir películas y programas de televisión. Un aparato de telefonía celular puede ser una terminal de computadora que además se convierte en cámara de fotos o de video cuando uno quiere.

Para el político mexicano, acostumbrado a encerrar cada servicio en un compartimiento estanco y a sacar provecho personal de él, esta convergencia digital es un peligroso reto a su poder. Por eso los políticos están haciendo hasta lo imposible por impedir que México pueda entrar a la convergencia digital.

En este marco puede entenderse la decisión de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de multar a TV Azteca por ofrecer más canales de televisión de los que originalmente daba en una frecuencia. En cualquier otro lugar del mundo habría agradecimiento público para una empresa que hace la inversión en tecnología para dar no uno sino más de una docena de canales de televisión en el mismo ancho de banda y con una calidad digital muy superior a la que puede obtener la gente en una recepción tradicional.

En México, sin embargo, dar un mejor servicio y un mejor producto a los consumidores es un delito que debe sancionarse. Los políticos no quieren perder la potestad de dar el permiso o la concesión para cada servicio o cada canal de televisión. Si no lo hacen, ¿a quién le cobrarán los favores políticos o monetarios cuando llegue el momento?

El problema es que el mundo no se va a quedar detenido mientras los políticos tratan de llevar agua a su molino. En otros países las empresas telefónicas ya ofrecen servicios de televisión, las de televisión ya tienen telefonía, y ambas, así como las de telefonía inalámbrica, cuentan con internet. El multicasting, que es la transmisión de varios canales de televisión digital en una frecuencia en la que antes sólo podía transmitirse uno, ya es también una realidad en el mundo.

Los políticos quieren que el mundo detenga su movimiento mientras ellos deciden como sacar provecho de los avances de la tecnología. Ellos piensan que pueden impedir la convergencia digital. Lo único que lograrán será que México arribe una vez más tarde a una tecnología que podría dar mejores servicios a los consumidores mexicanos y promover una mayor competitividad de la economía nacional.

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