México: Alzas en los alimentos
Por Sergio Sarmiento
La inflación en nuestro país se encuentra aparentemente bajo control. El índice de precios al consumidor subió solamente 4,55 por ciento en los 12 meses concluidos el pasado mes de abril. Pero a los pobres de nuestro país se les puede excusar si esta cifra no corresponde con las alzas que ellos están teniendo que pagar por los productos que adquieren.
La canasta de productos básicos está sufriendo un incremento de precios superior al índice inflacionario general: 5,21 por ciento en abril. Pero es en los precios de los alimentos donde se nota realmente el problema. Éstos tuvieron un aumento de 8,52 por ciento en el año concluido el pasado mes de abril, casi el doble que los precios al consumidor.
El problema es que los pobres dedican un mayor porcentaje de su salario a la compra de alimentos que las clases medias y los ricos. El que suban tanto los alimentos, cuando los salarios están aumentando sólo entre 4 y 5 por ciento, y en un momento en que millones de mexicanos fuera de la economía formal no están recibiendo ningún tipo de alza en sus ingresos, es un golpe fuerte a quienes menos tienen.
No hay ninguna indicación de que el alza de precios esté perdiendo ímpetu. En todo el mundo se siguen registrando aumentos importantes en los alimentos. En los últimos 12 meses, el índice internacional de materias primas alimentarias del semanario The Economist ha registrado un alza de más de 50 por ciento. La razón por la que a pesar de esta tendencia, y de la duplicación del precio del petróleo, la inflación se mantiene razonablemente es porque China se ha convertido en la planta manufacturera del mundo y ha reducido los precios de los productos industrializados.
En México, sin embargo, los índices de precios están siendo reprimidos por el gobierno federal, por lo que bien podría registrarse un alza todavía muy importante más adelante. Las autoridades han presionado a la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales, la ANTAD, así como a distintos grupos de productores, distribuidores y tiendas para mantener precios reducidos a pesar del aumento en sus insumos. La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) ha emprendido una campaña de hostigamiento contra las tortillerías por las alzas en su producto pese a que en nuestro país no existen legalmente los controles de precios. Si estos establecimientos suben el precio de la tortilla para reflejar sus mayores costos, la Profeco los multa no por “subir precios”, lo cual sería ilegal, sino por una serie de infracciones reales o inventadas, como la falta de ajuste en las básculas o de anuncios visibles de los precios.
El instrumento más pesado en la represión de los precios ha sido, sin embargo, el subsidio a la gasolina. Si bien este es un programa que beneficia más a los más ricos, a quienes tienen automóviles privados, el gobierno se está gastando 200 mil millones de pesos sólo en este año para subsidiar los combustibles. La cantidad es tan elevada —en cuatro años el subsidio será tan costoso como el rescate bancario a través del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) de los años noventa— que no podrá sostenerse durante demasiado tiempo. Pero cuando finalmente el presidente Calderón se vea obligado a reconocer la realidad y elevar el precio de la gasolina, el resultado será un disparo estrepitoso de la inflación.
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