La fábula del recalentamiento global
La mayoría de los climatólogos coinciden en que la temperatura de la Tierra ha aumentado en alrededor de un grado durante el último siglo. El debate se centra en qué parte de ese aumento se debe a la actividad humana.
Recientemente, el Canal 4 de la televisión británica produjo el documental “El gran engaño del calentamiento global”, destruyendo la mayoría de los alegatos del movimiento ambientalista. Los científicos entrevistados incluyeron a los más destacados climatólogos de MIT y otras prestigiosas universidades alrededor del mundo.
El documental muestra muchas realidades científicas que chocan de frente con la propaganda ambientalista: las emisiones de dióxido de carbono provocadas por la gente son alrededor del 5 por ciento del total y el resto proviene de causas naturales como volcanes y la muerte de animales y plantas. Cada año, los volcanes producen más dióxido de carbono que todas las actividades humanas. La mayoría de los gases invernaderos son causados por los océanos y la conclusión es que el clamoreo de los ambientalistas es pura verborrea.
A lo largo de miles de millones de años ha habido infinidad de períodos de calentamiento y de enfriamiento. De hecho, en el siglo X, cuando no existían ni automóviles ni aviones, el clima era considerablemente más caliente que ahora. El mayor calentamiento del siglo pasado ocurrió antes de 1940, mientras que a lo largo de varias décadas después de la Segunda Guerra, durante la masiva industrialización del mundo, ocurrió un enfriamiento de la Tierra.
Lo que presenta un peligro mucho mayor para la humanidad es el empeño de los ambientalistas en reprimir cualquier opinión diferente a la de ellos. Según el reportaje publicado el 11 de marzo por el periódico Sunday Telegraph de Londres, Timothy Ball, ex profesor de climatología de la Universidad de Winnipeg en Canadá, ha recibido cinco amenazas de muerte desde que cuestiona que los humanos afecten los cambios climatológicos. Richard Lindzen, profesor de ciencias de la atmósfera de MIT, mantiene que “los científicos que no están de acuerdo con el alarmismo pierden apoyo económico, se desprecia su trabajo y son acusados de ser secuaces de los industriales”. Nigel Calder, anterior director de New Scientist, dice que “los gobiernos tratan de lograr unanimidad, reprimiendo a científicos que discrepan. Einstein no hubiera logrado ningún apoyo financiero bajo el actual sistema”.
Tratar de reprimir opiniones diferentes no es algo nuevo. Por no creer que la Tierra es el centro del universo, Galileo fue llevado ante un tribunal en 1633. Amenazado con torturas, se retractó y se le prohibió salir de su casa durante el resto de su vida.
Los nuevos inquisidores son gente como la Dra. Heidi Cullen del Weather Channel, quien insiste que la Sociedad Americana de Meteorología desapruebe a cualquier meteorólogo de la televisión que ponga en duda el calentamiento global causado por la gente. Por su parte, el columnista Dave Roberts exige un juicio tipo Nuremberg para los “bastardos” que causan el calentamiento global.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
© Todos los derechos reservados. Para mayor información dirigirse a: AIPEnet