Las protestas de López Obrador
Por Sergio Sarmiento
Mucha gente que votó por Andrés Manuel López Obrador está ahora sin duda decepcionada. Nadie cuestiona el derecho del candidato de la alianza Por el Bien de Todos de llevar sus impugnaciones al Tribunal Electoral con vistas a revertir el resultado del conteo de votos de la elección del 2 de julio. Para eso precisamente está ahí esa corte especializada.
Pero inquieta el ánimo constante de confrontación de López Obrador, quien ha llamado delincuentes a los consejeros del IFE, pelele a Felipe Calderón, mapache al presidente Vicente Fox y corruptos a sus propios representantes en las casillas electorales. La conspiración que ha inventado el candidato de la alianza Por el Bien de Todos, se vuelve cada vez más amplia.
Muchas de las pruebas del supuesto fraude que ha presentado López Obrador se han caído tras ser examinadas. Esto ocurrió, por ejemplo, con el video que supuestamente comprobaba el embarazo de una urna en Salamanca, Guanajuato, o con el que mostraba la supuesta apertura ilegal de paquetes electorales para un fraude en Comalcalco, Tabasco. Podrá uno estar de acuerdo o no en que hubo errores en estos casos, pero difícil es una conspiración para cometer el fraude que plantea el PRD.
Nadie pone en duda que en una elección tan grande como la que tuvimos el 2 de julio hay irregularidades. Los más de 900 mil que participaron en el proceso como funcionarios de casilla, y el número similar que fue representante de partido, no eran abogados especialistas sino ciudadanos comunes y corrientes, a veces con una educación muy deficiente. Pero una cosa es cometer equivocaciones y otra muy distinta cometer fraudes como lo plantea López Obrador.
Todo parece indicar que López Obrador ha aplicado una estrategia previamente preparada para protestar cualquier resultado que no le fuera favorable. No es la primera vez que lo hace. Tanto él como el PRD nos han acostumbrado a través de los años a su estrategia de cuestionar la legitimidad y la limpieza de cualquier elección en la que no resulten triunfadores.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha recibido decenas de miles de impugnaciones por parte de la alianza Por el Bien de Todos. López Obrador y su gente han afirmado que aceptarán la decisión de los magistrados. Pero lo mismo dijeron con anterioridad. De hecho, López Obrador había dicho que aceptaría el resultado de la elección aun cuando perdiera por un voto. Pero hoy resulta que ni 244 mil son suficientes.
El Tribunal Electoral ha adquirido a lo largo de los últimos 10 años una gran reputación. Podrá uno estar a favor o en contra de sus decisiones, pero éstas han venido acompañadas cuando menos por razones jurídicas muy sólidas. El PRD, de hecho, no puede decir que los magistrados les han sido sistemáticamente adversos. Por el contrario, un número grande de los fallos del Tribunal han favorecido al PRD y sus aliados. Uno de los casos más notables fue el de la elección de Tabasco en el año 2000, cuando el Tribunal anuló un triunfo del PRI por impugnación del PRD.
Esperemos que López Obrador, quien hoy afirma respetar el Tribunal, no descubra después, si el fallo le es adverso, que los magistrados estaban metidos en esa enorme conspiración cuyo único propósito era negarle la Presidencia de la República.
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