La economía este año
Isaac Katz señala que el crecimiento gigante de la inversión en construcción no residencial refleja en gran medida tres proyectos de inversión pública destruyendo riqueza nacional, desvían recursos de prioridades como la salud y la educación.
Por Isaac Katz
Subida en la ola mundial de crecimiento económico, la economía mexicana ha tenido este año un buen desempeño. De acuerdo con el INEGI, durante el tercer trimestre de este año el PIB creció, respecto del segundo trimestre, en 0,9%, lo que anualizado arroja una tasa de 3,6% (destaca que el PIB estadounidense creció en este mismo trimestre a una tasa anualizada de 4,9%). Respecto del tercer trimestre del año pasado, la actividad económica creció en 3,3% con lo que el crecimiento anual acumulado en los tres primeros trimestres del año ha sido de 3,5 por ciento.
A pesar del comportamiento descrito, hay que notar que con el crecimiento reportado para el tercer trimestre de este año, el crecimiento acumulado en lo que va del gobierno del presidente López (del cuarto trimestre de 2018 al tercer trimestre de 2023) ha sido de únicamente 4,8%, lo que se compara muy desfavorablemente con la expansión de 10,8% experimentada por la economía estadounidense en el mismo periodo. Además, con el crecimiento acumulado de 4,8%, el PIB por habitante ha caído en este gobierno en 5%. Nada que festejar.
La reciente expansión económica también se ha reflejado en el mercado laboral. De acuerdo con la Encuesta de Ocupación y Empleo, en septiembre de este año, de una PEA de 60,8 millones de individuos, 59,1 millones de ellos estaban ocupados (en septiembre del año pasado la PEA ascendió a 59,1 millones de personas y de éstas estuvieron ocupados 57,5 millones). Adicionalmente también ha habido una mejora en la estructura del empleo por salarios. Así, mientras que en septiembre del 2022 el 37,3% de los ocupados ganaba hasta un salario mínimo, este porcentaje se redujo un año después a 32,6%, aumentando quienes ahora ganan hasta dos y tres salarios mínimos.
Por otra parte, hubo una muy pequeña migración de la informalidad a la formalidad; para ambos septiembres de 2022 y 2023, el número de individuos ocupados en la informalidad fue de 32 millones, de forma tal que la tasa de informalidad pasó de 55,6% a 54,3%. Aunque hubo una mejora, sigue siendo un grave problema estructural que 32 millones de personas que están laborando no tienen acceso a la seguridad social por lo que carecen de servicios de salud en instituciones públicas del sector salud, particularmente el IMSS. Existe un notable sesgo en contra del empleo formal derivado de las cuotas patronales a la seguridad social, principalmente las aportadas a este instituto, las cuales actúan como un impuesto implícito a la formalidad laboral; este es un tema que requiere una especial atención dado que no tener acceso a servicios de salud se constituye como de las principales fuentes de la pobreza multidimensional tal como la mide el CONEVAL.
Pasando a los componentes de la demanda agregada destacan la evolución positiva tanto del consumo privado como de la formación bruta de capital. Respecto del consumo privado, durante el mes de agosto (último dato reportado por el INEGI), este creció a una tasa mensual de 0,3%, con lo cual la tasa anual de crecimiento fue de 4%. No cabe duda que el aumento que ha experimentado la masa salarial total derivado del incremento tanto del empleo como de los salarios reales explica la mayor parte de la expansión del consumo de las familias. Sin duda, otro elemento que está detrás del incremento del consumo (y la menor incidencia de pobreza) son las remesas enviadas por los trabajadores mexicanos en el exterior; el flujo acumulado durante los primeros nueve meses del año ascendió a 47,1 mil millones de dólares, un aumento de 9,5% respecto del mismo periodo del año pasado.
Respecto de la inversión, hay datos que sorprenden. Para el mes de agosto, el INEGI reportó que la formación bruta de capital creció a una tasa mensual de 3,1% y una tasa anual de 31,3%. Por componente, los crecimientos anuales de los flujos de inversión fueron construcción total 47,4%, cayendo la construcción residencial en 1,5% y aumentando la no residencial en 96,2% mientras que en el renglón de maquinaria y equipo de origen nacional creció en 15,9% y la importada en 19,4%. Para el periodo enero-agosto de este año, la inversión bruta total creció en 21,8%, aumentando la realizada por el sector privado en 22,2% y en 18,3% la pública. No hay duda de que el dato correspondiente a la inversión en construcción no residencial, con un incremento anual de casi 100%, refleja en gran medida la inversión que está haciendo el gobierno en las obras caprichosas del presidente: la refinería en Dos Bocas, el Tren Maya y el ferrocarril interoceánico. El problema con estos tres proyectos de inversión pública, al igual que con el AIFA, es que no son socialmente rentables; esto implica que lo que el gobierno está gastando en estas tres obras efectivamente están destruyendo parte de la riqueza nacional, además de no atender necesidades como educación y salud (y ahora la reconstrucción de Acapulco y municipios aledaños).
Por último, el componente externo de la demanda agregada. Con información preliminar para el mes de septiembre se observó una significativa caída de las exportaciones totales; éstas se contrajeron a tasa anual en 5,1%, reducción atribuible a las exportaciones no petroleras que cayeron en 5,8 por ciento.
¿Es sostenible la evolución reciente hacia el futuro cercano? El sector privado espera que mientras en este año la economía crezca en 3,3%, en 2024 solo lo haga en 2%. ¿Cuáles son los riesgos para el próximo año? Una aproximación la próxima semana.
Este artículo fue publicado originalmente en El Economista (México) el 6 de noviembre de 2023.