La campaña anti-houthi del ejército estadounidense sigue sin funcionar

Jon Hoffman y Benjamin Giltner dicen que las fuerzas estadounidenses juegan a la ruleta en el Mar Rojo mientras la administración Biden ignora el origen del conflicto.

Por Jon Hoffman y Benjamin Giltner

Durante más de nueve meses, Estados Unidos ha participado en una campaña militar abierta –y no autorizada por el Congreso– contra el movimiento Houthi de Yemen. Citando la guerra de Israel en Gaza como motivo principal, los Houthis de Yemen comenzaron a atacar buques de transporte marítimo que transitaban por el Mar Rojo y el estrecho de Bab el-Mandeb en noviembre de 2023. En respuesta, Washington lanzó una campaña de represalias con la esperanza de detener dichos ataques, constituyendo lo que los oficiales de las Fuerzas Armadas estadounidenses describen como la batalla naval en curso más intensa a la que se ha enfrentado Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial.

El problema, sin embargo, es que no está funcionando.

El enfoque de Washington hacia los Houthis es el epítome de la mala praxis estratégica. No funcionará, cuesta demasiado, pone en peligro las vidas de los militares estadounidenses destacados en la región para proteger principalmente a los buques extranjeros, y corre el riesgo de desestabilizar aún más Yemen, así como la región en general. Además, aunque los Houthis mantienen sus propios incentivos únicos, la negativa de Washington a reconocer la guerra de Israel en Gaza como el catalizador original de los ataques de los Houthis impide cualquier esperanza de detener estos ataques en el Mar Rojo. Washington debería poner fin de inmediato a su actividad militar contra los Houthis, presionar a los Estados europeos y asiáticos para que adopten un papel más proactivo en la protección de sus propios buques de transporte marítimo y dejar de subvencionar la guerra de Israel en Gaza con la esperanza de rebajar las crecientes tensiones en todo Oriente Medio.

La actual estrategia de Washington contra los Houthi presenta tres problemas principales.

En primer lugar, carece de objetivos políticos concretos y alcanzables, al tiempo que carga a los contribuyentes estadounidenses con costos desmesurados. Desde noviembre de 2023, los Houthis han llevado a cabo unos 200 ataques con drones y misiles dirigidos contra buques comerciales y militares en el Mar Rojo, hundiendo dos buques y matando al menos a tres marineros. Por su parte, Estados Unidos recurrió a su método habitual en Oriente Próximo, la fuerza militar, encabezando la Operación Guardián de la Prosperidad en diciembre de 2023 y la Operación Arquero Poseidón ven enero de 2024.

Según funcionarios estadounidenses, estos esfuerzos pretenden "restaurar la disuasión". Estados Unidos ya ha derribado más de 150 drones y misiles houthis. En comparación con los misiles y drones de los Houthis –cada uno de los cuales cuesta alrededor de 2.000 dólares– los misiles de la Armada estadounidense utilizados para derribar estos proyectiles cuestan millones de dólares a los contribuyentes estadounidenses. Hasta ahora, Washington ha gastado más de 1.000 millones de dólares en municiones para atacar a los Houthis e interceptar los misiles y drones que llegan.

Sin embargo, estos esfuerzos no han logrado disuadir a los Houthis, ni es probable que lo hagan. En pocas palabras, consideran que los beneficios de llevar a cabo estos ataques –es decir, el beneficio político de blandir su defensa de la causa palestina– superan con creces los costos impuestos por Estados Unidos. De hecho, la mayoría de los ataques perpetrados por los houthis se produjeron después de que Estados Unidos y sus socios iniciaran su campaña de represalias, lo que demuestra claramente que los esfuerzos estadounidenses no han logrado disuadir de más violencia.

También es poco probable que Estados Unidos consiga degradar considerablemente las capacidades de los Houthi hasta el punto de que ya no puedan atacar a los buques que transitan por el Mar Rojo. Tras casi 10 años de lucha contra las fuerzas dirigidas por Arabia Saudí –apoyadas por Estados Unidos– han demostrado ser expertos en el método de combate "dispara y escapa" y sus armas son baratas, muy móviles y están dispersas por todo Yemen.

Lo irónico es que los funcionarios estadounidenses reconocen la desconexión entre esta campaña militar y sus ostensibles objetivos políticos.

El contralmirante George Wikoff, comandante naval estadounidense a cargo de la Operación Guardián de la Prosperidad, señaló en febrero que el grupo "no ha sido disuadido". En agosto, Wikoff explicó que la solución a este conflicto "no va a llegar al final de un sistema de armas". Pero el presidente Biden resumió mejor esta desconexión cuando se le preguntó por los ataques aéreos estadounidenses contra los Houthis: "¿Están deteniendo a los Houthis? No. ¿Van a continuar? Sí".

Aunque los ataques de los Houthis han interrumpido el transporte marítimo mundial y la libertad de navegación a través del Mar Rojo, el compromiso militar de Estados Unidos no ha resuelto este problema. El tráfico marítimo comercial a través del Mar Rojo ha disminuido considerablemente como consecuencia de los ataques de los Houthis. Se ha hecho un gran esfuerzo para desviar estos buques –la mayoría con destino a Europa–, lo que ha provocado un aumento de los costos de transporte y algunos retrasos, sobre todo para los buques y los consumidores europeos.

Este artículo fue publicado originalmente en Responsible Statecraft (Estados Unidos) el 30 de agosto de 2024.