EE.UU.: Demagogia salarial y monetaria
Manuel Suárez-Mier dice que "los populistas no se han percatado que mejores salarios y más empleo no se alcanzan imprimiendo dinero, pero que ello sí genera burbujas especulativas como la que muestran hoy los mercados accionarios, que suelen explotar en nuevas crisis".
Es increíble como las malas ideas viajan sin reparar en fronteras o nacionalismos, a pesar que sus postulantes se envuelvan en sus respectivos lábaros patrios al hacer sus propuestas. En EE.UU., el Presidente Barack Obama propone aumentar el salario mínimo y poco después el coro de grillos populistas de nuestro país, incluido el desgobernador del DF, repiten como loros la misma exigencia.
Obama se vio frustrado en su intento porque la Cámara de Diputados de su país, controlada por sus opositores del Partido Republicano, se negó a avalar su propuesta por lo que el Presidente emitió una orden ejecutiva para elevar los sueldos de los burócratas y para demandar a los proveedores del gobierno federal que adopten el salario mínimo que él discurrió.
Analistas serios han repetido hasta la saciedad que los salarios no se fijan por decreto pues reflejan la productividad del trabajador y no los buenos deseos del político en busca de votos para la próxima elección, cuando los culpables de la ínfima productividad de los trabajadores suelen ser sus propios gobernantes.
La productividad de un trabajador mexicano es seis veces superior, en promedio, cuando cruza la frontera y llega a EE.UU., a pesar de que la cultura que lo rodea le sea desconocida, de que está en un sitio donde el idioma no es el suyo, de que carece del apoyo de su familia y amigos, y de que la comida dista mucho de ser de su gusto.
Su mayor productividad se debe al entorno que lo rodea: los servicios públicos son mejores; la luz no se va a cada rato; el transporte municipal es eficiente y puntual; la probabilidad de sufrir un asalto, secuestro o robo es mucho menor; y los trámites burocráticos son menos fastidiosos.
Ya veremos cómo termina esta historia en ambos países, pero por lo pronto está surgiendo otra rebelión populista, esta vez respecto a la política monetaria de EE.UU., con la propuesta que el sistema de la Reserva Federal, conocido coloquialmente como el Fed, continúe indefinidamente imprimiendo dinero al ritmo que lo viene haciendo.
La semana pasada estuvieron en Jackson Hole, Wyoming, numerosos expertos en política monetaria para la reunión que convoca anualmente el Banco de la Reserva Federal de Kansas. En esta ocasión el tema central es “reevaluar el desempeño del mercado laboral”, analizando la responsabilidad del banco central al respecto.
Vale la pena recordar que el Fed, a diferencia del Banco de México, tiene como mandato no solo cuidar la estabilidad de precios sino mantener el menor desempleo viable, lo que muchos economistas consideran que es una misión imposible pues no se pueden atender dos objetivos independientes de política con un solo instrumento.
Insólitamente, en esta ocasión descendieron sobre Jackson Hole, sitio bastante remoto por cierto, manifestantes que protestan contra la intención del Fed de “quitar el pie del acelerador” monetario y empezar a reducir la inyección de dinero que viene haciendo a razón de 85 mil millones de dólares al mes.
Nótese que desacelerar la hiper-laxa política monetaria del Fed dista mucho de ser una política restrictiva, pero los manifestantes exigen que el banco central continúe o inclusive acelere su posición expansionista “hasta que los salarios empiecen a crecer por encima de la productividad”.
De paso exigieron también que el Fed genere las “condiciones para alcanzar el verdadero pleno empleo” como si éste y el anterior objetivos fueran compatibles para un banco central que carece de las herramientas de política económica indispensables para conseguir cualquiera de ellos y mucho menos ambos simultáneamente.
El manifiesto populista enviado a Janet Yellen, flamante gobernadora del Fed es una oda a la antieconomía al atribuirle al banco central de EE.UU. poderes para, además de elevar salarios y erradicar el desempleo, mejorar la distribución de la riqueza y los ingresos de minoría étnicas y de género, y crear buenas fuentes de empleo bien remunerado.
El propio manifiesto señala que las bolsas de valores en EE.UU. han subido como la espuma mientras que el poder adquisitivo de los salarios ha caído, el desempleo se ha mantenido elevado y la tasa de participación de los trabajadores en el mercado laboral está en su nivel más bajo en décadas.
Por lo visto los populistas no se han percatado que mejores salarios y más empleo no se alcanzan imprimiendo dinero, pero que ello sí genera burbujas especulativas como la que muestran hoy los mercados accionarios, que suelen explotar en nuevas crisis.
¡Cuando no funciona la medicina, hay que aumentar la dosis!
Este artículo fue publicado originalmente en Asuntos Capitales (México) el 22 de agosto de 2014.