Uruguay: El populismo y sus métodos
Hana Fischer argumenta que "Para que el discurso populista 'prenda' es necesario que las prácticas corruptas realmente estén extendidas, y que la gente sienta que la riqueza no depende del esfuerzo personal, sino de tener buenos contactos políticos".
Por Hana Fischer
¿Cómo podemos reconocer a un aspirante a populista? Es muy fácil, simplemente prestemos atención a los argumentos con los que pretende seducir a los electores. Si sus caballos de batalla son machacar insistentemente en la corrupción —real o supuesta— de los partidos que antes gobernaron al país, tiñendo toda decisión política con un manto de sospecha y, además, se autoproclama el "paladín" de los trabajadores, entonces tenemos a un claro candidato a populista.
Este tumor maligno no puede anidar en cualquier parte. Por ejemplo, el norte de Europa y Suiza parecen resistentes a esa enfermedad, mientras que Latinoamérica ha demostrado ser muy vulnerable.
Lo importante es entender que esa diferencia abismal no es casualidad. Si el populismo arraiga en algunos suelos con facilidad es porque allí las condiciones son propicias a su surgimiento y desarrollo. Para que el discurso populista "prenda" es necesario que las prácticas corruptas realmente estén extendidas, y que la gente sienta que la riqueza no depende del esfuerzo personal, sino de tener buenos contactos políticos. De esa manera, los habitantes se convencen que es el poder político el que determina "a dedo", quiénes serán los ganadores y los perdedores en el reparto de la torta estatal. Y es lógico, que los que hasta ahora han estado relegados en la repartición de prebendas se pregunten: ¿por qué yo no?
Veamos con un ejemplo, cómo es el mecanismo que hace funcionar a ese engranaje.
El ex presidente del Uruguay Tabaré Vázquez, trató en tres ocasiones de conquistar la primera magistratura. En sus discursos, como forma de diferenciar al Frente Amplio de los demás partidos políticos, solía remachar: "Podremos meter la pata, pero nunca la mano en la lata". Finalmente logró persuadir a una mayoría suficiente de ciudadanos, y en 2004 ganó las elecciones nacionales por una abrumadora mayoría. Luego, aunque con una votación menor, el Frente Amplio volvió a ganar las elecciones en el 2010, esta vez de la mano de José Mujica.
El tiempo nos ha demostrado una vez más, que "del dicho al hecho, suele haber un gran trecho". Durante las dos administraciones izquierdistas citadas, altos funcionarios del gobierno uruguayo han sido acusados de gestionar irregularmente dineros públicos, con el objetivo de favorecer a allegados, amigos y a ciertas empresas.
El partido gobernante de este período y el anterior, han tenido el control de ambas cámaras. Por eso, cada vez que surge una denuncia de corrupción, la bancada oficialista suele resolver por unanimidad, no acceder a la petición de la oposición de formar una comisión investigadora de estos hechos.
Asimismo, cuando en el 2007 el Tribunal de Cuentas observó que el contrato de asociación de PLUNA —la aerolínea estatal— con empresarios privados "se aparta del orden jurídico vigente", la reacción del entonces ministro encargado, fue la de descalificar ese informe. La situación se tornó alarmante, porque envió a la Asamblea General duras críticas a las observaciones que le hizo el Tribunal, invocando el artículo 211 de la Constitución, que dice exactamente lo inverso de lo que el ministro pretende. Su clara intención fue la de invertir los roles: de ser "vigilado" por otros poderes ya que maneja dineros públicos, pasar a convertirse en ilegítimo “vigilante".
El corolario con PLUNA fue, que el actual gobierno del “Pepe” Mujica cerró la compañía en forma intempestiva el 5 de junio de 2012, poco antes de las vacaciones de julio. Precisamente, es uno de los períodos de mayor movilidad de pasajeros, porque es cuando se solapan las vacaciones del hemisferio norte y las del sur.
Según la información de prensa, “El agujero de deudas provocado por la gestión de Leadgate, que tenía 75% de las acciones y administraba el argentino Matías Campiani, era de US$ 40 millones antes de cerrar la compañía. Pluna generaba, además, gastos equivalentes a US$ 2,5 millones por mes […] Entre los costos de mantenimientos de las aeronaves, el pago de las cuotas al Scotiabank por los aviones Bombardier (en pocos días se pagará una nueva por US$ 8,4 millones) y el seguro de paro especial para los ex trabajadores el Estado tuvo que pagar, hasta ahora, más de US$ 33 millones. Ello se explica por los US$ 25 millones que el Poder Ejecutivo remitió al fideicomiso que administra los bienes de la ex aerolínea y los más de US$ 8 millones destinados a pagos de seguro de paro especial a empleados”.
“El senador del Partido Nacional, Carlos Moreira, aseguró que la opción elegida por el gobierno no fue la más conveniente. A los costos establecidos por el gobierno le sumó las deudas con organismos públicos y privados, con pasajeros, e incluyó las deudas y juicios dentro y fuera de Uruguay, que podrían tener costos económicos para el Estado. Moreira también agregó el costo por contratar al abogado Ricardo Olivera y a Gonzalo Fernández. El primero para redactar la ley de quiebra de Pluna, a un costo de US$ 450.000, y el segundo para defender en la Justicia penal a Fernando Calloia, presidente del Banco República, y ‘negociar’ con Juan Carlos López Mena el pago del aval de Cosmo, por lo que recibió más de US$ 180.000 […] En total, según el cálculo de Moreira, al Estado le ha costado más de US$ 250 millones todo el proceso de Pluna, incluido el cierre”.
Como si todo esto fuera poco, ahora el “compañero” Mujica les entregará todo tipo de franquicias a los ex empleados de PLUNA, para que estos puedan operar la aerolínea de “bandera” bajo una firma diferente. Créditos estatales, años de “gracia” para pagar los aviones, agilidad en los trámites burocráticos para que puedan obtener rápidamente todos los permisos necesarios, evitando los engorrosos trámites que debe hacer Juan Pueblo, etc.
La farsa continuará. Y los gobernantes obviarán las observaciones de los órganos de contralor. Y los habitantes sin buenas conexiones políticas, pagarán “la fiesta”, como ocurre siempre. Lo más triste de esta historia es, que si bien el diagnóstico de las dolencias que nos aquejan es acertado, el pueblo no se da cuenta que el remedio propuesto por los populistas, es el origen de nuestras desgracias.