Redistribución y pobreza
Según investigaciones del Banco de Desarrollo Asiático (ADB), la pobreza ha disminuido mucho más en aquellos países del Asia donde las desigualdades de riqueza han aumentado, más que en aquellos países donde las desigualdades de ingresos son menores. Y la pregunta al respecto de la revista The Economist es “¿acaso importan las desigualdades mientras la pobreza disminuye? Y, agrega, “medidas populistas para quitarle al rico no son la respuesta porque restringen el desarrollo”.
En mi columna he sostenido por años que la meta de disminuir las diferencias de riqueza y la meta de disminuir la pobreza son mutuamente excluyentes. También he abogado por la eliminación de los impuestos al rendimiento de las inversiones, como medio para disminuir la pobreza y, a la vez, aumentar los ingresos fiscales, recomendando como impuesto único el IVA, sin excepciones. La razón no es favorecer a los ricos sino a los pobres, cuyos ingresos dependen de la demanda por trabajadores de parte de inversiones productivas.
Las inversiones se van adonde mayor será la utilidad y eso es así hoy más que nunca porque se pueden realizar pequeñas inversiones en cualquier parte del mundo vía la Internet, a través de corredores y la banca de inversión. La rentabilidad del capital invertido es la medida de la productividad, sobre la que tanto se habla.
La izquierda ataca esto, aduciendo que así se protegen los intereses de los ricos. Como no son tontos, tales críticas son meramente ideológicas. Lástima, porque así perjudican a los pobres mucho más que a los ricos. La pregunta de siempre es: ¿acaso importan las diferencias mientras la pobreza disminuye? La postura de la izquierda parece ser que no importa la pobreza, con tal que los ricos no se hagan más ricos.
Decir que los ricos son ricos porque los pobres son pobres es una falacia, ya que la riqueza no es una cantidad fija. La falla es que los economistas no han sabido explicar el fenómeno de la ganancia para ambas partes en todo intercambio voluntario entre dos personas.
Es muy importante comprender cómo la división del trabajo (fenómeno espontáneo en una economía de mercado) y el subsiguiente intercambio resultan en el aumento real del pastel a dividirse, por lo que entonces a todos les toca más. Reconozco que se trata de algo contra intuitivo y hasta algunos economistas ganadores del Premio Nóbel no lo entienden.
Y si no se entiende el fenómeno de costos comparados tampoco se comprende el hecho que, en ausencia de privilegios legales, sólo se logrará hacer fortuna enriqueciendo a los demás. Los pobres no son pobres porque los ricos son ricos y todos nos beneficiamos cuando otros se hacen más ricos.
Por ejemplo, la xenofobia en Estados Unidos contra China no existiría si comprendieran que mientras más rica es China más rico será Estados Unidos y el resto del mundo también. Y tampoco debiera existir la hostilidad contra ricos que tanto empobrece a los pobres.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
© Todos los derechos reservados. Para mayor información dirigirse a: AIPEnet