Yo, el lápiz
por Leonard E. Read
Leonard E. Read (1898-1983) fundó The Foundation for Economic Education, Inc.
Por Leonard E. Read
"Yo, el Lápiz", su ensayo más famoso, fue publicado por primera vez en la edición de diciembre de 1958 de The Freeman. Pese a que algunos pocos detalles de fabricación y nombres de lugares han variado durante los pasados cuarenta años, los principios no han cambiado.
Yo soy un lápiz de grafito, el típico lápiz de madera tan conocido por todos los chicos, chicas y adultos que saben leer y escribir.
Escribir
es al mismo tiempo mi vocación y mi distracción, eso es todo lo que
hago. Ustedes se preguntarán por qué debo confeccionar mi árbol genealógico.
Bueno, para empezar mi historia es interesante. Y además, yo soy un
misterio, mayor aún que el que puede representar un árbol, un atardecer
o un relámpago. Lamentablemente, quienes me utilizan dan por sentado
que soy un mero incidente, carente de todo pasado. Esta actitud me relega al nivel de algo meramente trivial.
La humanidad cae así en una especie
de penoso error, con el cual no podrá persistir mucho tiempo
sin peligrar.
Yo,
el lápiz, si bien en apariencia soy algo sencillo, merezco su asombro
y admiración, por las razones que más adelante probaré. En realidad,
si ustedes logran entenderme -lo que realmente es mucho pedir de alguien-,
si consiguen darse cuenta del milagro que vengo a simbolizar, podrán ayudar a salvar la libertad que desgraciadamente la humanidad
de a poco va perdiendo. Tengo una profunda lección que enseñar. Y
puedo transmitiría mejor que lo que un automóvil, un aeroplano o una
lavadora de platos podrían hacerlo, en virtud de ser aparentemente
algo muy simple.
¿Simple?
Sin embargo, ni una sola persona sobre la tierra sabe cómo hacerme.
Esto suena fantástico, ¿no es cierto?. Especialmente cuando se toma
conciencia que alrededor de cien a cien millones y medio
de unidades como yo son producidas en los Estados Unidos cada
año.
Tómenme
y obsérvenme. ¿Qué es lo que ven? Sus ojos no encontrarán gran cosa,
hay un poco de madera, barniz, la etiqueta, la mina de grafito, algo
de metal y una goma de borrar.
Innumerables Antecedentes
Así
como para ustedes sería casi imposible trazar su árbol genealógico
yendo muy hacia atrás en el tiempo, también lo es para mi citar y
explicar todos mis antecedentes. De cualquier manera, desearía mencionar
algunos de ellos a efectos de impresionarlos con la riqueza y complejidad
de mi curriculum.
Mi
árbol familiar comienza con lo que en los hechos es precisamente un
árbol: un cedro de fibra recta que crece en el
norte de California y Oregón. Contemplen ahora todos aquellos
elementos que requiere la tarea de cortar el árbol y transportar los
troncos hasta la vía muerta del ferrocarril: sierras, camiones, sogas
y muchos otros pertrechos. Piensen en todas las personas y en las
innumerables técnicas que intervinieron en su fabricación:
la extracción del mineral, la obtención del acero y su conversión
en sierras, ejes, motores; el cultivo del cáñamo y su paso por todas
las etapas hasta llegar a la soga pesada y resistente; los campamentos
de los obreros con sus camas y comedores. ¡Miles de personas
han intervenido solamente en cada taza de café que beben los leñadores!
Los
troncos son transportados hacia un aserradero en San Leandro, California.
¿Pueden ustedes imaginar a todos aquellos individuos que participan
en la fabricación de los vagones, los rieles, los motores del ferrocarril
y en la instalación de los sistemas de comunicación?
Hay legiones de personas entre mis antecedentes.
Consideren
las tareas que se llevan a cabo en el aserradero en San Leandro. Los
troncos de cedro son cortados en pequeñas láminas de menos de un cuarto
de pulgada cada una de grosor. Las mismas son secadas y entintadas
por idénticas razones por las que las mujeres ponen rouge en sus rostros:
la gente prefiere que Yo luzca hermoso y no de un blanco pálido. Las
láminas de madera son enceradas y secadas en un horno nuevamente.
¿Cuántos conocimientos intervinieron en la fabricación de la tinta
y de los hornos, en la generación de calor, en la luz y la energía,
las poleas, los motores, y en todas las cosas que una fábrica
requiere? ¿Incluimos a los que realizan la limpieza de la fábrica
entre mis ancestros? Sí, y también a quienes vertieron el concreto
para edificar la represa hidroeléctrica con la cual la Compañía de
Gas y Electricidad del Pacífico suministra de energía a la fábrica!
Tampoco
pasen por alto a aquellos ancestros presentes y distantes que han
participado del transporte de sesenta vagones de carga con planchuelas
de madera a lo largo del país.
Una
vez en la fábrica de lápices -US$4.000.000 en maquinarias y edificios,
un capital acumulado por ahorrativos parientes míos- se trazan ocho surcos utilizando una compleja
máquina sobre cada lámina, después de lo cual otra máquina coloca
una punta en cada una, aplica pegamento y ubica otra lámina sobre
ella, formando una especie de sándwich.
Entonces, siete hermanos y Yo somos mecánicamente tallados.
Mi
"punta" en sí misma es compleja. El grafito es extraído de Ceilán.
Tengan presente a los mineros y a todos aquellos que produjeron sus diversas herramientas y a los que elaboraron
las bolsas de papel en las cuales el grafito es transportado y a quienes
fabricaron las cuerdas con las cuales se atan las bolsas y a aquellos
que las cargaron en los barcos y a los que fabricaron esos barcos.
Inclusive los encargados del faro que guía a las naves y los operarios
del puerto, participaron de mi nacimiento.
El
grafito es mezclado con arcilla proveniente de Mississippi que se
refina utilizando hidróxido de amonio. Posteriormente, son añadidos
agentes humectantes, tales como cebo sulfurado, que es grasa animal
químicamente tratada con ácido sulfúrico. Luego de pasar por numerosas
máquinas, la mezcla finalmente luce como salida de una picadora de
carne, que pasará a ser cortada a medida, secada y horneada
por varias horas a una temperatura de 1.850 grados Fahrenheit. Para
aumentar su resistencia y suavidad, las puntas son tratadas con una
mezcla caliente que incluye cera proveniente de México, parafina y
grasas naturales hidrogenadas.
La
madera de cedro recibe seis manos de esmalte ¿Tienen idea de cuáles
son todos los ingredientes del esmalte? ¿Se le ocurriría a alguien
pensar que las refinerías de
aceite de castor forman parte de él? Pues, así es. Al mismo tiempo,
el proceso a través del cual se logra que el esmalte tenga un atractivo
color amarillo, involucra las habilidades de más personas que las
que alguien podría llegar a enumerar!
Observen la etiqueta. Esa película se forma aplicándole
calor a una combinación de carbón negro con resinas. ¿Cómo se producen
las resinas y qué queremos decir con "carbón negro"?
Mi
pequeña porción de metal, esta hecha de cobre. Piensen en todos aquellos
que se dedican a la extracción del zinc y del cobre, y en quienes
conocen las técnicas para producir finas y brillantes láminas con
ambos elementos naturales. Los negros anillos que se observan en mi
cuerpo son de níquel negro. ¿Qué es el níquel negro y cómo se lo aplica?
A su vez, la historia completa de por qué el centro de mi cuerpo no
posee níquel negro, demandaría páginas enteras para explicarla.
Luego
llega el momento de mi "coronación", a la que poco elegantemente se
la conoce en el mundo comercial como "la arandela", la parte que los
individuos utilizan para borrar aquellos errores que cometen conmigo.
Un ingrediente llamado "factice" es lo que constituye esa parte de
mi ser. Es un producto de características similares al caucho, hecho
con un aceite proveniente de las Antillas Holandesas, mezclado con
cloruro sulfurado. La llamada "goma", contrariamente a la opinión
popular, se utiliza solamente para pegar. Existen también, numerosos
agentes vulcanizadores y aceleradores. Por ejemplo, la piedra pómez
proviene de Italia, y el pigmento que le otorga a la arandela su color
es cadmio sulfurado.
Nadie Lo Sabe
¿Quiere
alguien desafiar mi afirmación inicial de que ningún individuo sobre
la tierra sabe cómo fabricarme?
En
realidad, millones de seres humanos han participado de mi creación, cada uno de los cuales conoce sólo muy poco
del resto. Podrán decir tal vez, que voy demasiado lejos al incluir
entre ellos a quienes cosechan café en el Brasil y a quienes elaboran
alimentos en cualquier otra parte del mundo, como partícipes de mi
nacimiento. Pueden incluso llegar a sostener, que la misma es una
posición muy extrema. Pese a ello, debo mantener mi aserto anterior:
No hay un sólo individuo entre todos esos millones de seres, incluyendo
al presidente de la compañía de lápices, que contribuya a mi elaboración
más que con una infinitesimal parte de conocimiento o know-how.
La única diferencia que existe entre el minero que extrae el grafito
en Ceilán y el leñador de Oregón está en el tipo de know-how
que ambos poseen. Ni el minero ni el leñador pueden ser dejados de
lado.
He
aquí un hecho pasmoso: ni el minero que extrae el grafito; ni quienes
conducen o fabrican los barcos o trenes o camiones; ni quien pone
en funcionamiento la máquina que talla mis partes metálicas; realizan
su tarea porque me quieren. Ellos me quieren tal vez aún menos de
lo que puede llegar a hacerlo un alumno de primer grado. En realidad,
entre esta vasta multitud existe algo en común, que nada tiene que
ver con la circunstancia de que alguna vez hayan visto un lápiz o
aún de que sepan o no como utilizarlo. Su motivación es algo que está
más allá de mi propia existencia. Quizás sea algo como esto: cada
uno de estos millones de individuos observa que pueden intercambiar
su pequeña parte de conocimiento respecto de cómo se produce un lápiz,
por aquellos bienes y servicios que necesitan o desean, pudiendo Yo
encontrarme o no entre esos bienes.
Ninguna Mente Maestra
Existe aún un hecho más pasmoso: La ausencia de una mente maestra, de alguien dictando o dirigiendo por la fuerza todas estas incontables acciones que me permiten cobrar vida. Ni el más mínimo rastro de tal clase de persona puede encontrarse. En cambio, hallamos a la Mano Invisible trabajando. Este es el misterio al cual me refería al comienzo de mi relato.
Se ha sostenido que "solamente Dios puede crear un árbol." ¿Por qué solemos coincidir con esto? ¿Será tal vez porque somos conscientes de que nosotros no podemos producirlo? ¿Podemos realmente describir cómo es un árbol? No, no podemos hacerlo, excepto de una forma muy superficial. Podemos decir, por ejemplo, que una determinada configuración molecular se manifiesta a sí misma como un árbol. Nada más.
Yo, el lápiz, soy una compleja combinación de milagros: un árbol, zinc, cobre, grafito, etc. Pero a todos estos milagros que se ponen de manifiesto en la Naturaleza se le ha añadido un milagro aún más extraordinario: la configuración de creativas energías humanas-millones de pequeños know-hows dando forma a una natural y espontánea respuesta a una necesidad y a un deseo humano y en ausencia de cualquier clase de mente maestra! Partiendo de la base de que solamente Dios puede crear un árbol, Yo insisto en que solamente Dios puede hacerme. Los hombres no pueden dirigir estos millones de know-hows que me permiten nacer más de lo que son capaces de unir las moléculas que generan un árbol.
Lo expresado es lo que quise decir cuando escribí: "Si consiguen darse cuenta del milagro que vengo a simbolizar, podrán ayudar a salvar la libertad que desgraciadamente la humanidad de a poco va perdiendo." Si alguien es consciente de que estos know-hows se armonizarán natural y automáticamente dando forma a actividades creativas y productivas, en respuesta a las necesidades y demandas de los individuos, y en ausencia de toda mente maestra gubernamental y coercitiva, esa persona poseerá un ingrediente absolutamente esencial para la libertad: fe en la libertad individual. La libertad es imposible sin esa fe.
Una vez que el gobierno toma para sí el monopolio de alguna actividad creativa, como por ejemplo el servicio de correos, la mayoría de los individuos creerá que la correspondencia no podrá ser eficientemente despachada por particulares actuando libremente. He aquí el motivo: cada uno admitirá que por sí mismo no puede conocer todas las facetas que involucra la entrega de correspondencia. Será consciente también de que ningún otro individuo sabe tampoco como hacerlo. Estas percepciones son en realidad correctas. Nadie posee suficiente know-how para desarrollar un servicio nacional de correos, del mismo modo que nadie posee los suficientes conocimientos como para poder fabricar un lápiz. Ahora bien, ante la falta de fe en la libertad individual, ante el desconocimiento de que millones de pequeños know-hows natural y milagrosamente confluirán para satisfacer una necesidad del mercado, la opinión pública arribará a la errónea conclusión de que el correo únicamente puede ser repartido por una "mente maestra" gubernamental.
Testimonios en Abundancia
Si Yo, el lápiz, fuera el único ítem que pudiera ofrecer testimonio acerca de lo que los hombres y mujeres pueden llegar a alcanzar cuando se les permite comerciar libremente, entonces quienes tienen poca fe tendrían un justo motivo. Sin embargo, observamos que el despacho de correspondencia es algo relativamente simple si se lo compara, por ejemplo, con la fabricación de un automóvil o de una calculadora o con decenas de miles de otras cosas. ¿Despachar? En esta área donde los individuos han sido dejados en libertad, ellos trasladan la voz humana alrededor del mundo en menos de un segundo; hacen llegar un evento visualmente y con movimiento hasta el hogar de cualquier persona al mismo tiempo en que está ocurriendo; despachan 150 pasajeros desde Seattle hasta Baltimore en menos de cuatro horas; acarrean gas desde Texas hasta Nueva York a tarifas increíblemente bajas y sin ninguna clase de subsidios; transportan cuatro libras de petróleo desde el Golfo Pérsico hasta la Costa Occidental -media vuelta al mundo- por menos dinero que el que cobra el gobierno por despachar una carta simple hasta la vereda de enfrente!
La lección que tengo para transmitir es esta: Déjese a
las energías creativas fluir libremente. Simplemente organícese
a la sociedad para actuar en armonía con esta lección. Procúrese que
la organización jurídica remueva
todos los obstáculos lo más que pueda. Permítase que los conocimientos
surjan libremente. Téngase fe en que los hombres y mujeres libres
responderán a la Mano Invisible. Esa fe será ampliamente confirmada.
Yo, el lápiz, aparentemente tan simple, ofrendo el milagro de mi creación
como testimonio de que esa fe resultará muy práctica, tan práctica
como lo son el sol, la lluvia, un cedro, la buena tierra.
Artículo adaptado originalmente al castellano por el Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP) para su serie: Ideas de Libertad.