Celebrando la libertad en el mes de la mujer: La vida de Isabel
Entre los autores y pensadores políticos más eruditos de su tiempo, la suma total de la educación formal de Isabel Mary Paterson consistió en dos años en una pequeña escuela hecha de troncos. Nacida como Isabel Bowler en Manitoulin Island, Canadá, ella emigró a Estados Unidos en su juventud, donde vivió con su familia—incluidos sus ochos hermanos—en la zona rural de Michigan, nacionalizándose estadounidense en 1928.
Entre los autores y pensadores políticos más eruditos de su tiempo, la suma total de la educación formal de Isabel Mary Paterson consistió en dos años en una pequeña escuela hecha de troncos. Nacida como Isabel Bowler en Manitoulin Island, Canadá, ella emigró a Estados Unidos en su juventud, donde vivió con su familia—incluidos sus ochos hermanos—en la zona rural de Michigan, nacionalizándose estadounidense en 1928.
Paterson compensó de sobra su falta de escolaridad mediante la auto-educación, leyendo vorazmente los clásicos en poesía y literatura. R.C. Hoiles, fundador de la cadena Freedom Newspaper, llegaría a considerar a su propia educación en las escuelas estatales como un obstáculo en parte como resultado de sus discusiones con Paterson y Rose Wilder Lane, quien también carecía de enseñanza escolar. Su propia falta de exposición a las escuelas del Estado, pensaba él, había dejado a los pensamientos de estas mujeres con menores trabas que el suyo.
La importancia económica que Paterson luego le añadiría a las "personas de iniciativa propia" fue probablemente debida a su propia historia tempranera. Su familia era bastante pobre, usualmente viviendo en tiendas de campaña, y el trabajo que se le requería hacer de joven era arduo. De adolescente tuvo una serie de trabajos mal pagados como mesera, taquígrafa, y contadora, trabajando en un momento como asistente del futuro Primer Ministro de Canadá, R. B. Bennett.
En 1910 se casó con Kenneth Birrel Paterson. El matrimonio no pareciera haber sido particularmente feliz: ella le atribuía el deletreo inusual de su apellido, con una sola "t" en lugar de dos, al hecho de que la familia de su esposo era demasiada tacaña como para usar dos. Para 1918 la pareja se había separado.
Su carrera como escritora empezó el mismo año de su matrimonio—y sería mucho más exitosa. Mientras trabajaba como secretaria para el editor del Inland Herald del estado de Washington, Paterson criticó su prosa tan vehementemente que él la reemplazó y la nombró como escritora editorial. Ella pronto escribiría para varios periódicos de Vancouver, así como para el World y el American en Nueva York. Paterson empezó escribiendo novelas a los 28 años, redactando dos vaqueras una detrás de la otra: The Magpie's Nest y The Shadow Riders, la cual contenía un fuerte mensaje en favor del libre comercio. Tras la Primera Guerra Mundial, Paterson se mudó a Nueva York, donde trabajó para Gutzon Borglum, el escultor de Mount Rushmore, quien para entonces estaba comisionado para producir el estatuario para la Catedral de San Juan el Divino.
Paterson conoció al editor Burton Rascoe en 1921, justo antes de convertirse en editora literaria del Herald Tribune, y lo persuadió para que la contratara como su asistente. En 1924, Paterson escribía una columna bajo las iniciales "I.M.P" para la sección de libros del periódico, la cual ella continuaría por casi 25 años. Su áspera agudeza pronto la hizo infame. El autor John O'Hare confesó, en ocasión del lanzamiento de una de sus novelas, que él estaba "muy asustado por Isabel Paterson." Un estudio de cartas estadounidenses de 1937 señaló que Paterson tenía "más que decir que cualquier otro crítico en la Nueva York contemporánea sobre cuáles libros van a ser populares." Dichas columnas también introducirían, de manera embrionaria, muchos de sus temas centrales de The God of the Machine.
Durante el transcurso de la década, Paterson también escribió tres novelas históricas: The Singing Season (1924), The Fourth Queen (1926) y The Road of the Gods (1930), ninguna de las cuales permanece en imprenta. Cubriendo períodos tan diversos como la España del siglo XIV, la Inglaterra Isabelina, y la Alemania del siglo primero antes de Cristo, los libros ya contenían trazos de la teoría histórica que Paterson articularía en The God of the Machine. Cada uno muestra cómo las culturas son moldeadas por un juego de principios morales y políticos subyacentes, y The Singing Season en particular retrata los efectos destructivos del control estatal en el comercio.
Durante los treinta, Paterson condujo discusiones con jóvenes quienes permanecían en las oficinas del Herald Tribune hasta avanzada la noche ayudando a redactar la sección de libros. Una de éstas fue una destacada autora llamada Ayn Rand. Paterson luego usaría su columna para promover el trabajo de Rand, y ésta correspondería al recomendar los libros de Paterson a sus amistades. Ambas se escribían frecuentemente, discutiendo sobre religión y filosofía, hasta que se dejaron de hablar luego de una desagradable discusión en 1948. Durante este período, Paterson escribió sus tres últimas novelas: Never Ask the End (1933), la cual fue la más experimental y no lineal de sus narraciones, The Golden Vanity (1934) e If It Prove Fair Weather (1940).
Para el año en que The God of the Machine fue publicado, Paterson estaba viviendo en Connecticut, donde permanecería hasta principios de los cincuenta, cuando se mudó a Princeton, Nueva Jersey. Sus cada vez menos populares ideas políticas llevaron a los editores a sacarla del trabajo en el Herald Review en 1949, pero las inversiones de Paterson le permitieron vivir bien sin tener que recurrir a aceptar los beneficios de la Seguridad Social. Su tarjeta del Seguro Social permaneció entre sus documentos, el sobre original sin ser nunca abierto. Los años restantes de Paterson los pasó escribiendo y aconsejando—y discutiendo—con William F. Buckley, Jr., quien estaba empezando una pequeña revista política llamada National Review.
El icono conservador, Russel Kirk, con quien Paterson se escribió durante la Segunda Guerra Mundial, y sobre quien ella ejerció una profunda influencia, consideraba que Paterson sería recordada siempre por sus columnas, novelas y comentarios literarios. En cambio, fue The God of the Machine y su efecto en el naciente movimiento libertario por el cual ella es mejor recordada. Es difícil que eso le causara algo más que placer a la mujer que una vez escribió: "Si hubiera sólo un regalo que tu pudieras escoger, y nada fuera prohibido, ¿cuál sería? Deseamos tu propio deseo; nada más nómbralo. El nuestro es la libertad, ahora y siempre."