Cambios al Consenso de Washington

Por Ian Vásquez

Se reporta que el economista John Williamson, a quien muchos dan el crédito de haber elaborado la serie de recomendaciones económicas conocidas como el Consenso de Washington, está preparando una versión revisada que tratará la pobreza y otros asuntos sociales, e incluiría propuestas para que los países latinoamericanos sean menos vulnerables a las crisis. En su edición del 12 de noviembre, la revista Latin America Advisor le preguntó a Ian Vásquez ¿qué cambios le sugeriría a Williamson incluir en la nueva versión?

El Consenso de Washington—un término desafortunado para una serie de políticas que emanaron de América Latina, no de Washington—fue siempre incompleto. En parte por esa razón, no debería ser confundido con una agenda de políticas de laissez-faire, que de todas maneras nunca fue adoptada por ningún país latinoamericano. Además, la agitación económica de la región en años recientes se debe en gran medida a la falta de la puesta en práctica del Consenso de Washington. El gasto indisciplinado y el mal manejo de la deuda vienen indudablemente a la mente. Un nuevo enfoque debería enfatizar la siguiente agenda pro-crecimiento:

Primero, los países necesitan aplicar de manera consistente la mayoría de los puntos originales del Consenso y descartar la propuesta desacertada de mantener un tipo de cambio fijo "competitivo." Si existe un consenso sobre tipos de cambio hoy en día es de que estos deben ser consistentes con el mercado, y no manipulados por los gobiernos.

Segundo, es necesaria una reforma a las leyes laborales rígidas para beneficiar la mayoría de los trabajadores, reducir el desempleo y proveer una flexibilidad económica que no existe actualmente.

Tercero, los impuestos continúan siendo muy altos, especialmente en las economías depresivas. El impuesto del 21% al valor agregado de Argentina y sus impuestos combinados sobre las planillas son de dos a tres veces más altos que las tasas impositivas equivalentes de Estados Unidos.

Cuarto, los costos de la regulación burocrática también son con frecuentemente más altos que la de los países ricos, y hacen prohibitivamente caro establecer un negocio pequeño o mediano. Estas regulaciones deberían ser reducidas dramáticamente.

Quinto, las reformas institucionales, incluyendo la titulación de la propiedad de los pobres, necesitan un mayor énfasis. Todas estas medidas aumentarán la transparencia y la responsabilidad, mejorando así el Estado de Derecho.

Finalmente, los sectores que no han sido reformados, como la salud, la educación y la seguridad pública, han continuado deteriorándose a pesar de disfrutar en muchos casos de incrementos en el gasto. Estos son candidatos propicios para la reforma.

Por mucho, la economía más exitosa de América Latina es la de Chile, el país que más se ha aproximado a aplicar los puntos antes mencionados por el mayor período de tiempo. Chile redujo la pobreza dramáticamente, gracias principalmente al alto crecimiento. Y lo hizo sin depender de Washington. Tal y como observa el economista Juan Andrés Fontaine, la región necesita un Consenso de Santiago, no un Consenso de Washington.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.