Chile: Libre comercio y previsión privada
Por José Piñera
Chile es la primera nación sudamericana en firmar, con apoyo bipartidista total en el país, un tratado de libre comercio con Estados Unidos.
¿Por qué apoyan las políticas de libre comercio los trabajadores chilenos? Porque mientras el país en los setenta estaba iniciando su estrategia de desarrollo basada en el libre comercio, también estaba estableciendo un sistema pionero de cuentas de retiro personales como la base de su política de seguridad social.
La conexión entre ambos es importante. Alrededor de todo el mundo la liberalización comercial es vista como una batalla entre capitalistas y trabajadores, entre "elites globales" y el "hombre común." Sin embargo, en Chile los fondos de retiro invertidos por el mercado significan que cada trabajador es un capitalista y cuenta con una participación visible en una economía competitiva internacionalmente. En Chile, ser anti-globalización equivale a ser tanto anti-capitalista como anti-trabajadores.
Una amplia mayoría de chilenos se beneficia del libre comercio no solo como consumidores, sino también como propietarios de activos productivos de la economía a través de sus cuentas de retiro. El libre comercio es bueno para la economía, y lo que es bueno para la economía es bueno para los inversionistas. Por lo tanto, existe un círculo virtuoso en la liberalización comercial que hasta el momento ha crecido sin importar cuál partido político esté en el poder.
Chile ya posee una tarifa arancelaria pareja del 6% que es baja comparada con las tasas de la mayoría de los países y, aún más importante, que es aplicada de igual forma a todas las importaciones. La decisión por un arancel parejo en los setentas fue crítica. Un arancel diferenciado no solo genera distorsiones que retardan el crecimiento económico, sino que continuamente crea presiones de intereses especiales y oportunidades para la corrupción. Con una tasa pareja, un político no puede ser comprado en cuestiones comerciales... porque no tiene nada que ofrecer.
Antes de este último acuerdo, Chile firmó un TLC con la Unión Europea y otro con Corea. También posee varios tratados comerciales bilaterales con países como Canadá y México. La libertad comercial total está a las puertas. La simple posibilidad de cero aranceles a las importaciones es impresionante para una economía que en los sesenta era una de las más proteccionistas del mundo. En aquellos días, Chile era un devoto seguidor de las desatinadas propuestas de sustitución de importaciones hechas por la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas.
Pero a mediados de los setenta el país cambió su política comercial radicalmente. No solo Chile desmanteló completamente el sistema de cuotas y otras barreras comerciales, sino que, según las políticas económicas liberales de los llamados "Chicago Boys," también adoptó la política del arancel bajo y parejo. El resultado de todas estas reformas ha sido más de una década de un crecimiento económico del 7% al estilo de los "tigres asiáticos," el cual duplicó el tamaño de la economía chilena y condujo, por primera vez en la historia, al ingreso per capita más alto de toda la región.
La liberalización comercial no toma lugar en un vacío; es esencial un clima económico y cultural propicio. La privatización de la seguridad social tal y como fue implementada en Chile, de un sistema de reparto manejado por el gobierno a uno de cuentas de retiro personales, ha resuelto la crisis de pensiones y les ha brindado enormes beneficios a los trabajadores. También ha facilitado la liberalización comercial y económica al enlazar los intereses de los trabajadores con los de la economía en su totalidad.
El representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, ha afirmado valientemente que "una de las cosas buenas de este acuerdo es que tenemos algún acceso adicional en términos de manejo de fondos de pensión con un sistema de seguridad social que yo desearía que pudiéramos imitar."
Espero que este TLC sea solo "el final del principio." Existen innumerables iniciativas que podrían surgir de una mayor integración comercial. A través de un tipo de ósmosis intelectual, los chilenos podemos integrar dentro de nuestra propia realidad los conceptos políticos y económicos básicos de un país "concebido en libertad" por sus incomparables Padres Fundadores, así como los norteamericanos podrían beneficiarse de aprender de nuestra cultura y estilo de vida, un proceso que, con 37 millones de personas de origen hispánico en Estados Unidos, ya está bien encaminado.
Mi sueño es el de una "Comunidad Americana" de naciones independientes que conserven sus propias identidades culturales pero que se encuentren unidas en un mercado común para el comercio y la inversión, y con libre movimiento de personas e ideas. Una Comunidad Americana comprendería 830 millones de personas y un producto doméstico bruto de $13 billones.
Saludo y me uno a Walt Whitman quien una vez dijera: "El espíritu del arancel es malévolo. Contradice la naturaleza de todos los ideales estadounidenses. Lo odio en toda su extensión. Le ayuda a unos cuantos ricos a hacerse ricos, y le ayuda a las grandes masas de pobres a hacerse más pobres. Yo creo en el libre comercio porque estoy a favor de cualquier cosa que rompa las barreras entre los pueblos. Quiero ver abiertos a todos los países."