Liberando a Kareem

Tom G. Palmer nos cuenta cómo Kareem, un blogger jóven de Egipcio, llegó a ser encarcelado por expresar opiniones controversiales acerca del Islam y acerca de todos los esfuerzos de distintos grupos de personas alrededor del mundo por liberarlo.

Por Tom G. Palmer

Cuatro años en prisión por ‘blogear’: tres de ellos por incitar “odio al Islam” y uno por “insultar al presidente”. Esa fue la sentencia dada por un juez egipcio a un blogger joven de Egipto, Abdelkareem Nabil Soliman, conocido generalmente en la red de blogs como “Kareem”. En su página electrónica, había criticado a su universidad, Al Azhar, por no estar abierta a nuevas ideas y por suprimir ideas —por lo cual fue expulsado. Él llamó al presidente Mubarak de Egipto un dictador —por lo cuál le arrestaron y encarcelaron. Como él observó, "¡rompí las amplias tradiciones de la Gran Cárcel de la República Árabe de Egipto!" Y por eso le enviaron a la cárcel.

Lo más controversial es que él criticó públicamente las prácticas de los fundadores del Islam y dijo que no eran modelos para la vida moderna. Sus observaciones enfadaron a políticos islamistas radicales. Y ellos incluso han ofendido a algunos de los que han defendido a Kareem, aunque eso no ha disminuido su resolución. Sus dos incesantes defensoras son Dalia Ziada y Esraa Al Shafei, dos mujeres jóvenes musulmanas que han trabajado incansablemente en favor de su libertad. Ambas han sido muy claras al defender su religión mientras que a la vez defienden el derecho de Kareem para criticarla.

Los problemas de Kareem con las autoridades comenzaron en marzo del año pasado, cuando escribió sobre los disturbios contra la minoría cóptica en su ciudad natal de Alejandría. En su blog escribió:

He visto con mis propios ojos a los pandilleros entrar a la fuerza a las tiendas de nuestros hermanos cristianos después de que toda el área de Maharram Beh estuviera totalmente fuera del control de las autoridades y los vi mientras saqueaban los almacenes de derecha a izquierda, en medio de festejos y gritos de lemas extremistas islámicos, y yo les vi robando el dinero de las cajas registradoras y repartiéndoselo entre ellos como si fuera justificado solo por haber sido propiedad de los que ellos llaman los infieles y adoradores de la cruz.

Luego procedió a culpar de los disturbios a la propagación del extremismo islámico y hasta llegó a criticar directamente al Islam. Él denominó a Al Azhar como una “universidad del terrorismo” y dijo que el “dedo sucio del Islam sería encontrado detrás de cada acontecimiento catastrófico en la humanidad”. El blog de Kareem no era anónimo, como tantos lo hacen para protegerse. Su blog tenía toda su información, incluyendo su nombre y foto. En la sección en inglés de "Acerca de mí," él se describió como:

Un estudiante práctico de leyes; espero ayudar a la humanidad a pelear contra toda forma de discriminación. Actualmente estoy estudiando leyes en la Universidad de Al Azhar. Estoy ansioso de abrir mi nuevo buffet de abogados para el activismo por los derechos humanos, el cual incluirá a otros abogados que compartan la misma visión. Nuestro principal objetivo es defender los derechos de las mujeres árabes y musulmanas contra toda forma de discriminación y de esa manera detener los crímenes violentos cometidos a diario en estos países.

Antes de su expulsión y detención, Kareem no era muy conocido fuera de un círculo pequeño (aunque la comunidad cóptica si publicaba sus escritos). Su caso ahora se conoce alrededor del mundo. Eso fue principalmente debido a los esfuerzos de un grupo de bloggers jóvenes que conocieron a Kareem en una conferencia co-patrocinada por el Cato Institute y la Hands Across the Middle East Support Alliance (HAMSA).

Después de la conferencia, Abdelkareem se mantuvo en contacto conmigo por medio de un chat de Gmail. Con frecuencia al ingresar al chat por la mañana encontraba abierta una pequeña ventana con el saludo, “¡Buenos días, Dr. Tom! ¿Cómo está?” Varias veces le advertí que tuviera cuidado, que es mejor vivir para luchar otro día, y etcétera. Su respuesta era siempre una variante de: “Nadie me puede decir que pare de escribir lo qué creo que es verdad”. Una vez si me prometió que consideraría mi consejo.

En octubre estaba en Tbilisi debido a una conferencia del Cato Institute y me llegó mi usual mensaje inmediato de “Hola, Dr. Tom”. Le pregunté que cómo estaba y me dijo que estaba preocupado porque le dijeron que el día siguiente se presentara a la oficina del fiscal. Le pregunté que si le había contado esto a alguien más. “No. Solo a usted”. Le dije que eso no bastaba y que en ese instante tenía que enviar correos electrónicos a todas las personas de nuestra conferencia, a otros amigos, y a cualquier otra persona que debería saber. Yo inmediatamente envié correos electrónicos y mensajes electrónicos de texto. Inmediatamente varias personas se ofrecieron a defender Abdelkareem. Dalia consiguió que un abogado le acompañara a la oficina del fiscal. Él fue con un abogado, pero solamente el abogado regreso de la oficina fiscal. Abdelkareem fue detenido, y quedó “pendiente la investigación de su caso”, una frase que es repetida una y otra vez. Él nunca fue liberado.

Tan pronto como la noticia fue conocida, las personas de la conferencia empezaron a salir a apoyarle. Esraa, quien es responsable de www.Mideastyouth.com, instaló una página Web dedicada al caso de Abdelkareem: www.FreeKareem.org. Ella y otros amigos suyos comenzaron a recopilar información sobre el caso poniéndola en la página de Internet. Yo comenté ahí acerca del caso e informé a Andrew Sullivan, Johann Norberg, entre otros, quienes también escribieron sobre el caso. HAMSA y PetitionOnline.com han puesto en Internet peticiones (ahora hay alrededor de 8.000 firmas), y Jesse Sage de HAMSA y Dalia publicaron un artículo en el International Herald Tribune. Esraa y algunos otros en Bahrein organizaron una protesta pública a favor de Abdelkareem. Un anterior pasante del Cato Institute, Constantino Díaz-Durán, escribió sobre el caso en el Columbia Spectator, y con otro ex pasante de Cato, Chris Kilmer, organizó una reunión en Nueva York, al igual que los pasantes de Cato y otros jóvenes libertarios en Washington lo hicieron. Otro anterior pasante de Cato (Andrew Perraut) organizó un evento en Londres y libertarios en otras ciudades siguieron el modelo (París, organizado por Vincent Ginocchio de Liberte Cherie; Roma, organizado por Alberto Mingardi del Instituto Bruno Leoni; y Estocolmo, organizado por Jonas Virdalm y evento al cual asistió Johan Norberg, quien también habló en la conferencia donde conocimos a Abdelkareem; y en otras partes). Jesse Sage consiguió una carta a nombre de los miembros del congreso estadounidense; Alberto consiguió cartas a nombre del parlamento italiano; y otros movilizaron presión diplomática en sus gobiernos. Con Raja Kamal de la Universidad de Chicago, publiqué editoriales de opinión sobre el caso en el Washington Post y el Lebanon Daily Star (El artículo del Post ha sido distribuido en árabe a través de la página Web de Cato en árabe, lampofliberty.org y en ruso y español a través de Cato.ru y ElCato.org, respectivamente). Mientras que las organizaciones más conocidas tales como Human Rights Watch y Amnistía Internacional emitieron declaraciones muy apreciadas, la agitación y la publicidad fueron principalmente organizadas por una red poco estructurada de activistas y escritores clásico-liberales/libertarios.

Los más importantes han sido los árabes musulmanes que han salido a defender Kareem, defendiendo su causa de la libertad a pesar de que rechazan su fuerte crítica del Islam. Dalia y Esraa y la gente que han movilizado (incluyendo a Mohammed y Lalith, los administradores de la página Web de FreeKareem.org) son musulmanes piadosos y practicantes que valientemente enfrentan a los extremistas. Ellos orgullosamente defienden la libertad de expresión y no porque están de acuerdo con todo lo que Abdelkareem dijo sino porque discrepan firmemente con mucho de lo que dijo. Como lo han escrito en la página de FreeKareem,

Los creadores y los partidarios principales de la campaña para Liberar a Kareem somos musulmanes y lo estamos haciendo a pesar de lo que Kareem dijo sobre nuestra religión. La libertad de expresión no significa “expresión que usted aprueba”. Esta incluye a la crítica.

En la última entrada de Kareem antes de su detención, él anunció que le habían ordenado “presentarse para una investigación el próximo lunes en la oficina del fiscal Moharram Bek”. Esa última entrada electrónica fue una súplica apasionada por la libertad, comparable a los escritos de Richard Overton y de John Lilburn, los grandes agitadores libertarios del siglo diecisiete a los cuales la gente británica y estadounidense le debe sus libertades. Cuando le ordenaron acompañar a la prisión a los enviados a arrestarle, Overton les informó, “Mis piernas nacieron tan libres como el resto de mi cuerpo, y por lo tanto desprecio que las piernas o los brazos o las manos mías deban rendirle servicio alguno a un villano, porque como soy un hombre libre por nacimiento, así he resuelto vivir y morir, tanto en corazón, palabra, y hecho, en sustancia y en la demostración”. Él nunca se retractó, nunca cedió, nunca se sometió. Como Overton, Kareem valientemente declaró,

en toda la franqueza y claridad, mi rechazo y repudiación de cualquier ley, cualquier legislación, y cualquier régimen que no respete los derechos individuales y de libertad personal, y que no reconoce la libertad absoluta del individuo de hacer cualquier cosa —mientras que no afecte a nadie a su alrededor de una manera física—, y que no reconoce la libertad absoluta de los individuos de expresar sus opiniones, sin importar cuáles sean y acerca de qué, mientras que esta opinión sea simplemente una opinión o palabras que vienen de una persona, y no acompañadas de alguna acción física que perjudique a otros. Al mismo tiempo, declaro, en toda la claridad, que tales leyes no me obligan de ninguna manera, y que no las reconozco a estas ni a su existencia. Yo detesto, desde las profundidades de mi alma, a quienquiera que trabaje para ejecutarlas, a quien quiera que las utilice como guía, y a quien quiera que esté satisfecho con su existencia o a quien quiera que se beneficie de ellas. Y si estas leyes son forzadas sobre nosotros, y nosotros no tenemos ningún poder o fuerza para cambiarlas porque eso está en las manos de ésos en el poder con agendas, los cuales están más que satisfechos con la existencia de tales leyes y las están utilizando: Sin embargo, todo esto no me llevará a la sumisión o a esperar el alivio o el apaciguamiento.

Abdelkareem Nabil Soliman, en su última escritura publicada, prometió: “no me retractaré, ni siquiera una pulgada, de cualquier palabra que he escrito. Estas restricciones no imposibilitarán mi sueño de obtener mi libertad, porque ése ha sido mi deseo desde que era un niño y continuará viviendo en mi imaginación sin fin”.

Este artículo fue publicado en National Review el 29 de marzo de 2007.

Traducido por Sara Benavides para Cato Institute.