El Occidente acabó con la esclavitud
Cuando pensamos en el término esclavitud, lo más probable es que acudan a nuestra mente imágenes de plantaciones del sur de Estados Unidos y negros cantando sus penas mientras recogen el algodón, incitados por el chasquido del látigo de su capataz. Es decir, los malvados occidentales, es más, los malvados norteamericanos esclavizaron a los pobres negros africanos. Lo cual es indudablemente cierto. Sin embargo, semejante escena es casi una nota al pie dentro de la historia de la esclavitud, una institución que ha acompañado a la humanidad desde su nacimiento hasta hace muy poco tiempo. Lo realmente excepcional de Occidente es que fue la civilización que acabó con ella. Es esa historia la que cuenta Thomas Sowell en uno de los ensayos contenidos en “Black Rednecks and White Liberals”.
Para hacernos una idea de lo poco que se sabe de la historia real de la esclavitud, basta recordar que la misma palabra "esclavo" proviene de "eslavo" en infinidad de lenguas, entre ellas la nuestra... y el árabe, por ejemplo. No fue el racismo lo que movió la esclavitud; los europeos esclavizaron a los habitantes de los Balcanes seis siglos antes de que el primer negro llegara a América, los asiáticos esclavizaron a otros asiáticos, los africanos a otros africanos, los indios americanos a otros indios, etc. La razón por la que África fue la principal fuente de esclavos para América y Europa al final de la era de la esclavitud es que carecían de sociedades que les permitieran defenderse y por las presiones de la Iglesia Católica para no esclavizar a otros cristianos. Sin embargo, no existía ningún movimiento ni pensador importante que, en palabras de Lincoln, creyera que "si la esclavitud no está mal, es que nada está mal". Incluso la utopía de Tomás Moro incluía esclavos. Era algo que existía, que había existido siempre en todas las sociedades del mundo, y sobre lo que no se reflexionaba demasiado.
El primer movimiento antiesclavista nació en Gran Bretaña en 1787, con una reunión de doce personas "profundamente religiosas", en una época en que el imperio británico lideraba el comercio de esclavos. Liderados por cristianos y financiados por empresarios conservadores, empezaron un debate que nunca antes había existido, pero décadas más tarde lograron que el parlamento prohibiera primero el tráfico de esclavos, más tarde la esclavitud y, finalmente, que un imperio británico en su apogeo impusiera esas prohibiciones al resto del mundo.
Sin embargo, aunque poco a poco los demás países occidentales fueron prohibiendo la esclavitud, fuera de Occidente la abolición se impuso a sangre y fuego, aprovechando la enorme superioridad tecnológica y militar de la que disponían. El imperialismo, especialmente el imperialismo británico, fue la herramienta que sirvió para destruir el comercio de esclavos y reducir la prevalencia del esclavismo en todo el mundo. Barcos británicos entraban en aguas de Brasil para hundir barcos de esclavistas y se amenazó al imperio otomano con hacer lo mismo con los suyos si no aceptaban la prohibición. Años después, los norteamericanos erradicarían la esclavitud de Filipinas, los holandeses de Indonesia, los rusos de Asia Central y los franceses en sus colonias africanas y caribeñas.
Y es que, fuera de Occidente, no había nadie que entendiera muy bien esa manía que tenían contra el esclavismo. En el imperio otomano afirmaban que era una institución crucial para la vida y los hábitos de todos sus habitantes. Los maoríes lo veían como algo sin importancia, una más de sus costumbres. En Zanzíbar, su gobernante se negó a prohibir el esclavismo por miedo a perder la lealtad de sus súbditos. Si en Brasil, el último país occidental en abolir la esclavitud, hubo grandes demostraciones de alegría en las calles el día de la emancipación, en muchas zonas del imperio otomano hubo una revolución cuando el sultán prohibió el tráfico, que no la posesión, de esclavos.
Generalmente, los multiculturalistas afirman que se debe tratar a todas las culturas por igual, porque carecemos de un marco objetivo que nos permita evaluarlas, aunque en la práctica eso les sirve de excusa para denigrar a la civilización occidental y exaltar a todas las demás. Una de las herramientas a las que más recurren es a la historia de la esclavitud o, más exactamente, a la escasa "memoria histórica" de la gente, que sólo recuerda la de Estados Unidos porque es la que aparece en las películas. Sin embargo, si algo hay que muestre la enorme superioridad de la cultura occidental sobre las demás es precisamente la historia del fin de la esclavitud, una imposición de Occidente al resto del mundo.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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