El desprecio de la realidad
por Peter T.
Por Peter T. Bauer
Este ensayo fue publicado originalmente en "Development Economics After 40 Years: Essays in Honor of Peter Bauer," Cato Journal [edición especial] 7, N° 1 (primavera/verano 1987). También puede leer este documento en formato PDF aquí.
Según Hegel, el Búho de Minerva extiende sus alas solamente al atardecer. Las últimas etapas de la carrera de uno son el momento apropiado para discernir las tendencias y fuerzas que trabajan en la sociedad. Preocupaciones anteriores sobre estudios específicos pueden ser de ayuda para reflexiones subsecuentes sobre temas más amplios, pero a la vez absorben tiempo y atención.
Grandes Esperanzas y Dudas Emergentes
Al igual que muchos de mis contemporáneos, estudiantes universitarios y jóvenes académicos, en mi juventud yo esperaba mucho de la economía, tanto en el campo de política pública, como en el de interés académico. Los grandes avances en el tema y la inteligencia de mis colegas académicos parecían reafirmar estas esperanzas. Pero aún así, a partir de principios de los cincuenta, las conjeturas hechas por muchos economistas empezaron a crecer paralelas a mis propias dudas y reservas.
Me di cuenta, por ejemplo, que los economistas a menudo exageran el impacto de sus ideas. En un pasaje bastante citado de La Teoría General, Keynes insistía que a la larga, el mundo es gobernado por las ideas de los economistas y de los filósofos políticos. Si esto fuese cierto, el mundo habría gozado de los beneficios del libre mercado durante al menos cien años. Además de ser obviamente insostenible, la opinión de Keynes es ingenuamente parcializada al atribuirle influencia exclusiva a esos dos grupos de intelectuales, pues niega la influencia de fundadores de movimientos religiosos como el Buda, Cristo y Mahoma, y de comandantes militares como Alejandro Magno, Julio César y Napoleón.
Las ideas de los economistas de hecho afectan la escena más amplia; al igual que otras ideas, tienen consecuencias. Como nos recordó Milton Friedman, los economistas pueden recomendarle opciones a los políticos, pero no debemos engañarnos a nosotros mismos exagerando nuestra influencia ya sea en el corto o en el largo plazo.
Bastante antes de mi retiro empecé a sentirme cada vez más perplejo ante lo que estaba sucediendo en la ciencia económica. Observé, en particular, un desprecio generalizado de una realidad evidente, en el que incluyo la negligencia de algunas proposiciones básicas del tema. Avances impresionantes coexistían con una retrogresión alarmante.
Transgresiones Inesperadas
Fue en los cincuenta cuando me di cuenta por primera vez del desprecio de la realidad en la ciencia económica. Era notable en dos contextos: el problema del dólar y el círculo vicioso de la pobreza.
Durante más de una década en los cuarenta y cincuenta, los economistas escribían acerca de una escasez mundial de dólares persistente e inevitable. Algunas de tales contribuciones y predicciones eran aparentemente sofisticadas. De hecho, ignoraban sistemáticamente el tipo de cambio (es decir el precio del dólar), y algunos de los principales determinantes de este precio, tales como las tasas de interés y la política financiera. La negligencia de estas bases pronto se topó con el destino que se merecía; a finales de los cincuenta la escasez de dólares terminó y de hecho fue sustituida por una saturación. Muchos de los economistas más destacados, y no sólo los novatos, pasaron por alto el hecho de que la oferta y la demanda de dólares depende del precio.[1] Esta discusión particular se aplacó al final de la escasez de dólares, pero su método pronto resurgió con la idea, que sigue entre nosotros, de que los países pobres se enfrentan a inevitables dificultades en la balanza de pago.
La teoría de la escasez indeterminada de dólares no era un ejemplo de pasos tentativos en la construcción de teoremas o instrumentos analíticos emocionantes y potencialmente fructuosos. Tampoco puede decirse que los aparentemente elaborados análisis se basaran en suposiciones novedosas acerca de expectativas o procesos dinámicos; más bien, el episodio no fue más que una seria trasgresión.
Esto me lleva al círculo vicioso de la pobreza. Según esta noción, el estancamiento y la pobreza necesariamente se auto-perpetúan: la gente pobre, en general, y los países o sociedades pobres, en particular, están atrapados en su pobreza y no pueden generar los ahorros suficientes para salir de esa trampa. Esta noción se convirtió en la pieza central de la teoría convencional de desarrollo económico. Fue el himno de quienes abogaban por la ayuda externa en los cincuenta a pesar de estar obviamente fuera de tono con la simple realidad. A lo largo de la historia encontramos ejemplos innumerables de personas, familias, grupos, sociedades y países-tanto en Occidente como en el Tercer Mundoque han pasado de la pobreza a la prosperidad sin recibir donaciones externas. Todos los países desarrollados empezaron subdesarrollados. Si la noción del círculo vicioso de la pobreza fuese cierta, la humanidad seguiría, a lo mejor, en la Edad de Piedra.
Estos episodios también me alertaron sobre el rol de la moda política e intelectual dentro de la ciencia económica. Parece que incluso a profesionales prominentes y destacados se les hace difícil resistir a los caprichos y vientos de la moda aunque éstos sean efímeros y simplemente los desvíen.
Hace poco releí parte de la literatura de estos dos temas con una mezcla de incredulidad, vergüenza y jovialidad. Parecía que la reina de las ciencias sociales estaba siendo destronada por su séquito.
Estos dos ejemplos representan ejemplos inequívocos de retrogresión intelectual traída por un rechazo a la realidad. En el período entre guerras, el rol del tipo de cambio en la oferta y demanda de monedas era reconocido rutinariamente y nadie hubiese sugerido que los países pobres estaban condenados a estancarse. Historiadores, antropólogos, administradores, y economistas discutían en detalle el impacto y las implicaciones de los rápidos cambios en los países menos desarrollados (PMD).
Al lado de estas instancias de regresión evidente se llevaron a cabo grandes avances en la ciencia económica, incluyendo avances en la teoría del comercio internacional y en la teoría de intercambios extranjeros; ambos muy relacionados a los lapsos.
Había disidentes con opiniones muy bien articuladas; sobre todo en el caso del problema del dólar, pero también en el caso del círculo vicioso. Algunos de los disidentes tenían grandes credenciales económicas, pero sus puntos de vista no tuvieron mucho impacto en los círculos académicos y no llegaron a un público más amplio. Esto es porque en la escena contemporánea, incluida la academia, una voz es raramente efectiva si carece de un eco, lo cual es difícil de conseguir para un disidente si su discordia no está de moda. Los exponentes del problema del dólar, y especialmente los del círculo vicioso de la pobreza, tenían el apoyo de grupos articulados en las academias y en los medios. No había lugar para el desacuerdo.
Estos dos episodios me prepararon para dudar de la opinión recibida, aún cuando fuese endosada por los buenos y famosos; desde los cincuenta ha habido una sobredosis de ejemplos donde la realidad simplemente es ignorada o hecha a un lado.
Permítanme presentar un ejemplo más. Desde la Segunda Guerra Mundial, muchos académicos (al igual que clérigos, figuras públicas, políticos, y voceros de las organizaciones internacionales oficiales) han argumentado que el contacto comercial entre Occidente y los PMD daña económicamente a los pueblos del Tercer Mundo. A veces se dice que la pobreza tercermundista es el resultado de la negligencia occidental, pero más a menudo se dice que es debido a la opresión, explotación y manipulación del comercio internacional por manos de los países ricos. Este gran rango de opiniones no se confine únicamente a los marxistas-leninistas (en realidad deberíamos decir únicamente leninistas, pues Marx en ocasiones fue lírico sobre los logros del capitalismo en la transformación de sociedades retrógradas.) Sin embargo, la realidad demuestra a lo largo y ancho del Tercer Mundo que las áreas más pobres y retrógradas son las que tienen menos contacto comercial con Occidente, mientras que las más ricas son las que tienen más diversos contactos, incluyendo al gran fantasma occidental, las multinacionales. En el Tercer Mundo, se puede observar cómo el desarrollo económico disminuye en la medida que uno se aleja de las regiones que más contacto mantienen con Occidente y se acerca a los aborígenes o pigmeos que están al otro lado del espectro.
Avances en la Ciencia Económica
En el tiempo que llevo de participar activamente en el estudio académico de la economía, he visto avances formidables, así como los lapsos que equivalen a retrocesos flagrantes.
Lo que se espera de una disciplina académica es el avance en el conocimiento, sobre todo cuando ésta ha gozado de una gran expansión de recursos y oportunidades. Hasta una lista necesariamente incompleta de avances significativos debe incluir varias contribuciones a la teoría de precios, incluyendo el reconocimiento de costos de transacción; aportes al rol y naturaleza de la firma, incluyendo la economía de integración vertical; al concepto y las implicaciones del costo social; a la teoría del comercio internacional y la teoría de intercambios extranjeros; a la economía de los derechos de propiedad; y a la economía de los procesos políticos y burocráticos. Algunos de estos logros han sido útiles en varios campos aparte del económico, sirviendo a historiadores, antropólogos, filósofos políticos y demógrafos.
Esos avances apoyan en gran medida las expectativas optimistas de mis primeros días, al igual que lo hacen la capacidad intelectual y la aptitud técnica de muchos profesionales. Mis colegas académicos de años recientes no han sido menos competentes y lúcidos que la mayor parte de los maestros que tuve hace una generación. Si ahora me encuentro perplejo es porque he encontrado una plétora de instancias en que se ha retrocedido gracias a un desprecio de la realidad.
Los retrocesos son de un orden distinto a lo que ocurrió en el campo económico en el pasado. Los escritos de economistas del siglo XIX y principios del XX eran a menudo insofisticados, incluso ingenuos; pero no estaban en un conflicto tan evidente con la realidad como lo está mucho de la literatura reciente.
El Emperador Invertido
La matematización del tema ha sido quizás el más llamativo tejido por toda la disciplina económica desde el inicio de mi carrera. En los treinta uno podía leer las publicaciones sin necesidad de saber mucho de matemáticas, con la única excepción de Econometrica y el Review of Economic Studies. Hoy, se le considera a uno descalificado si no conoce de matemáticas y especialmente de su lenguaje. Debido a que la economía trata en gran parte con relaciones funcionales y procesos dinámicos, algún entendimiento de matemáticas es sin duda valioso en muchos contextos, desde un entendimiento propio de la teoría de elasticidad hasta la apreciación de los efectos de la retroalimentación. De igual manera es a menudo conveniente expresar en forma matemática deducciones y conclusiones derivadas del razonamiento y de la evidencia empírica. El procedimiento apropiado, sin embargo, es razonar hacia la matemática y no desde ella. Pero, como han argumentado algunos profesionales calificados, las formulaciones y métodos matemáticos han corrido a diestra y siniestra por el campo económico sin una apreciación apropiada de sus limitaciones. Las limitaciones principales han sido señaladas por intelectuales sobresalientes, con credenciales técnicas en matemáticas, incluyendo a Marshall, Pigou, Keynes, Leontief y Stigler, y sus observaciones a menudo han sido específicas y pertinentes. Las hechas por Norbert Wiener, una de las grandes figuras de la matemática moderna, fueron particularmente vigorosas. En uno de mis libros me he referido bastante a su póstumo God and Golem, Inc., publicado en 1964.[2] Sin embargo, estas observaciones críticas han tenido poco impacto. Al leer las revistas uno obtiene la impresión de que la economía se ha convertido en solamente una rama de la matemática aplicada, la cual puede ser perseguida con éxito sin necesidad de referirse a fenómenos en la vida real.
Otro desarrollo llamativo en economía desde que yo empecé a estudiar el tema ha sido el uso de métodos econométricos. Mucho trabajo útil se ha hecho por este medio, pero gente mucho mejor preparada que mi persona ha demostrado su frecuente abuso y la mala aplicación o mala interpretación de sus resultados.
Acá quiero llamar la atención a sólo algunas de las formas en que la economía matemática y el uso de la econometría han contribuido al desprecio o negligencia de la realidad evidente. Su uso ha llevado a una concentración injustificada en variables dóciles al análisis formal; como corolario ha llevado a desatender las influencias que, a pesar de ser altamente pertinentes, no se adecuan a ese tratamiento. Similarmente ha promovido la confusión entre lo significativo, por un lado, y lo cuantificable (a menudo sólo aparentemente cuantificable), por el otro. Ha contribuido a la desatención de condiciones de fondo y de procesos históricos en lugares donde son indispensables para el entendimiento. Por ejemplo, diferencias en ingreso y riqueza, tanto doméstica como internacional, no pueden ser útilmente consideradas sin prestar atención a sus antecedentes y trasfondo.
La creencia en la aplicabilidad universal de los métodos econométricos ha llevado a pretensiones inapropiadas para éstos. También ha sofocado a otras formas de razonamiento y deducción. ¿Qué ha sido del método tradicional de observación directa, reflexión, trazo de conexiones, arribo a conclusiones tentativas, y la referencia de éstas de nuevo a la observación y a las proposiciones establecidas de la disciplina o a los descubrimientos de disciplinas relacionadas? Estos procedimientos no son menos informativos que el análisis cuantitativo. Por ejemplo, con los métodos tradicionales, era más probable que el economista estuviese consciente de la brecha entre los conceptos teóricos y la información disponible.
La aceptación de los métodos cuantitativos como el procedimiento más respetable ha permitido el surgimiento de estudios econométricos incompetentes o inapropiados, incluyendo los que se basan en información seriamente imprecisa. De manera conversa, estudios basados en la observación directa o la indagación detallada de partes de la historia son aptos para ser rechazados como anecdotarios, poco intelectuales o carentes de ciencia aunque sean informativos. Muy a menudo sus descubrimientos son hechos a un lado como simple empirismo casual o expresiones de opinión. Más aún, en lo que es considerado discurso de alto nivel, la insistencia en lo obvio puede sonar como trivial y consecuentemente no digna de mención. En resumen, la preocupación por la matemática y los métodos cuantitativos ha traído consigo una atrofia lamentable de la observación cercana y la simple reflexión.
Acabo de hacer la pregunta retórica de qué ha pasado en la economía con la secuencia tradicional de observación, reflexión, deducción, conclusión tentativa, y comparación a proposiciones establecidas y a descubrimientos de otros campos de estudio. Siendo retórica, la pregunta puede responderse rápidamente. Este tipo de razonamiento y su vocabulario se han contraído enormemente en el campo general, y han virtualmente desaparecido en muchas áreas específicas; y esta retracción del método tradicional no se ha debido a que haya resultado menos informativo que los mecanismos que lo han reemplazado. Se ha retraído porque se le ha acusado de ser menos riguroso que los métodos de moda que le han seguido; acusación que viene en gran parte del hecho que se asemeja menos a los procedimientos de las ciencias naturales, especialmente a los de la física.
Pienso que en el transcurso de ese cambio de acercamiento se ha dejado de reconocer que existen diferencias pertinentes entre el estudio de la naturaleza, especialmente de la física, y el de la economía. Algunas diferencias pueden ser sólo de grado, otras son lo suficientemente pronunciadas como para ser diferencias de clase.
Los científicos naturales buscan establecer uniformidades sobre fenómenos y relaciones que son substancialmente invariables. Algunos de los fenómenos y relaciones estudiados por los economistas son también altamente invariables; otros no son tan constantes, o en todo caso sus componentes constantes están tan entretejidos en tantos otros que es a menudo difícil discernir la presencia y la extensión de uniformidades. Una vez más, algunos conceptos y distinciones usados ampliamente por los economistaso incluso pensados como básicosson imprecisos, arbitrarios y cambiantes, y sus equivalentes de la vida real difíciles de establecer: actividad primaria, secundaria o terciaria, o la actividad de manufacturación y servicio; empleo voluntario e involuntario; países desarrollados y subdesarrollados; bienes finales e intermedios (distinción que es crítica para la definición del ingreso); y así muchos otros. Esta extensa nubosidad de los conceptos y categorías en la ciencia económica limita el uso informativo de métodos matemáticos: en la matemática, los conceptos y las relaciones, a pesar de ser completamente abstractos, son más precisos y más consistentes.
Por estas razones varias, los métodos para discernir uniformidades, y sus extensiones y limitaciones, difieren considerablemente entre las ciencias naturales, por un ladoespecialmente en la física y la química que han sido matematizadas con mayor éxitoy los estudios sociales, incluida la economía, por el otro.[3] Algunas partes de la disciplina económica, sobre todo la economía de desarrollo, tratan con eventos y secuencias cuyo estudio informativo debe incorporar prácticas del estudio de la historia, como el apoyo en fuentes primarias, observación cercana, reflexión sostenida, trazo de conexiones, y otras.
Estos comentarios sobre las diferencias entre el estudio de la naturaleza y el estudio de la sociedad no intentan en lo más mínimo endosar el punto de vista de que en la economía, o en general en el estudio social, el razonamiento objetivo es imposible, lo cual es un tema completamente distinto. Puesto que he escrito sobre esto en muchas otras publicaciones, no lo haré aquí y me limitaré a decir que el razonamiento objetivo es tan posible en la ciencia económica como en las naturales.[4]
Los métodos matemáticos frecuentemente proveen una fachada efectiva con la que se tapa un formalismo vacío. Pueden camuflar un menosprecio de proposiciones básicas o evidencia simple en modelos que fingen servir como base para la formulación de políticas públicas. Las estadísticas, la jerga técnica y las sofisticadas técnicas econométricas también pueden servir como una pantalla protectora, pero el uso de las matemáticas es particularmente útil gracias a la barrera de lenguaje que provee. Lo que vemos es una inversión del cuento de Hans Andersen sobre Los Nuevos Ropajes del Emperador. Acá hay nuevos ropajes que a menudo, incluso, son de alta costura, pero a menudo no hay un emperador dentro de ellas.
Los logros de la economía matemática y de las técnicas econométricas han sido asegurados a un gran precio. Este precio no se refleja adecuadamente en los costos de recursos directos. En el libro al que me referí, Wiener insistía que la adopción de formulaciones matemáticas y métodos econométricos involucra una imitación mal concebida de las ciencias naturales, y también que le ha permitido a los economistas removerse tanto a sí mismos como a su público de la percepción de la realidad.
La Escena más Amplia
No es sorprendente que la indiferencia hacia la realidad no sólo se confine a la economía, sino que también se extienda a la escena más amplia. Este divorcio de la realidad es particularmente desconcertante a las luces de una alfabetización casi universal en Occidente y de los avances en la transmisión de la información. Desconcierta también a la luz de los avances en la ciencia y la tecnología. Estos temas dependen del razonamiento, el cual a pesar de ser necesariamente abstracto, no puede volar contra de realidad.
El desprecio de la realidad comprende el rechazo a aceptar la evidencia plena de los sentidos que uno posee, la desatención a un razonamiento conectado simple, y la incapacidad para reconocer simples inconsistencias. ¿Qué hay detrás de todo esto?
Los intentos por explicar las opiniones de la gente siempre involucran conjetura. Los argumentos pueden examinarse definitivamente basándose en la lógica o evidencia, pero las razones por las que la gente los acepta o afirma no pueden ser determinadas con tanta confianza. En algunos contextos pueden discernirse influencias dominantes; muchas influencias en sí representan un menosprecio de la realidad y también lo promueven; como en tantas situaciones sociales, el proceso y el resultado están entretejidos, e incluso son inseparables.
Hay quienes afirman que no hay nada sorprendente en conductas y opiniones que están en evidente conflicto con la realidad, pues no representan más que la promoción del interés propio. En este esquema, ideas anómalas y modos de conducta emergen de la operación de grupos de presión, incluyendo a los políticos, empleados públicos, académicos, y secciones del electorado. Ese factor puede ser significativo.
Sin embargo, la operación de grupos de presión no puede dar cuenta de algunas anomalías llamativas. Por lo tanto, no puede explicar ni la hostilidad hacia Occidente entre las principales organizaciones internacionales, ni la conducta pasiva de Occidente hacia ellas. Algunas de estas organizaciones existían en forma primitiva antes de la Segunda Guerra Mundial: la Liga de las Naciones en Ginebra y el Instituto Internacional de la Agricultura en Roma fueron precursores de la ONU y la FAO actuales. Pero sus posiciones diferían radicalmente de lo que ocurre hoy en día. Más aún, Occidente apoya y es condescendiente con los líderes africanos que consistentemente lo maldicen. Esta posición por parte de Occidente hubiese sido impensable en los treinta. Estos líderes no tenían voto en Occidente, ni se les promovía mucho en los medios.
Amputación de la Perspectiva de Tiempo
La confusión entre el avance del conocimiento y la promoción de la política pública indudablemente contribuye a la indiferencia hacia la realidad. Esta influencia es ciertamente importante en la ciencia económica. Esto lo sugiere la abundancia de transgresiones contra la realidad en aquellas partes del tema que son más cercanas a la política, tales como la economía de desarrollo, la del planeamiento soviético, la del trabajo, la de la pobreza, y la de las fallas del mercado. Algunos de los practicantes reconocen la búsqueda de objetivos políticos; también promueven la idea de que en los estudios sociales no se puede ser objetivo. Puedo mencionar una experiencia propia. En varias ocasiones, cuando mis cátedras criticaban la noción del círculo vicioso de la pobreza, miembros de la audiencia decían que, sin importar la validez de mis críticas, la noción era invaluable en la defensa de la ayuda externa.
Gran parte del discurso contemporáneo también está siendo afectado por la ignorancia del pasado y la negligencia de la dimensión del tiempo en los fenómenos culturales y sociales. Sir Ernst Gombrich ha llamado a este fenómeno la amputación de la dimensión del tiempo en nuestra cultura. Ha impedido el discurso en gran parte de la ciencia económica contemporánea, incluyendo la economía tradicional de desarrollo y la discusión de diferencias domésticas e internacionales en el ingreso. En éstas y otras partes de la ciencia económica no podemos entender la situación que observamos a menos que sepamos cómo ha surgido. Por ejemplo, se ha usado la diferencia en el ingreso entre Occidente y muchos de los PMD que dependen substancialmente de un producto agrícola como apoyo para la tesis de que los contactos externos y este tipo de producción no son efectivos para el progreso económico o que de hecho lo inhiben. En realidad, muchos países dependientes de una sola cosecha han progresado rápidamente en el último siglo o menos. Pero ¿cómo podemos esperar que sociedades que a finales del siglo XIX aún estaban extremadamente atrasadas, o incluso en estado de barbarie, alcancen en un par de décadas el nivel de sociedades que tienen siglos, o incluso milenios de desarrollo económico detrás de ellas? Otro ejemplo es provisto por los cambios en la distribución del ingreso dentro de un país. Un nivel más alto de desigualdad puede resultar, digamos, de una reducción aún mayor en la mortalidad entre los pobres (lo cual representaría una mejora en su condición), o de la imposición de un régimen fiscal regresivo.
Los factores detrás de la debilitante carencia de perspectiva de tiempo y de la negligencia de escenarios evidentemente pertinentes incluyen la velocidad de cambio social y técnico y la multiplicidad de mensajes que llegan a las personas, a menudo sobre eventos distantes. Cambios sociales y técnicos demasiado rápidos y discontinuos pueden perturbar a la gente; la cantidad de cambios que individuos, familias o sociedades pueden absorber es limitada. Al interrumpir la observación detenida, estas influencias inhiben tanto la reflexión conectada como la compostura provista por la perspectiva de tiempo y fondo.
Una vez más, cualquier inclinación para equiparar los métodos de las ciencias naturales con los de las ciencias sociales conduce al menosprecio o negligencia de los antecedentes y procesos. Mientras que los antecedentes y los procesos son bastante irrelevantes en la química y la física y completamente irrelevantes en la matemática, son críticos en el entendimiento de los fenómenos sociales. Los logros de las ciencias naturales y los resultados penetrantes de sus aplicaciones promueven hábitos de pensamiento en las ciencias sociales que se basan en analogías engañosas entre ambos campos de estudio.
Sean cuales sean los factores detrás de ellosy la lista acá propuesta es tentativa e incompletala falta de conocimiento del pasado y la negligencia de la perspectiva de tiempo son evidentes en mucho del discurso contemporáneo. La pérdida resultante de memoria colectiva también ha dado cabida a la manipulación y reescritura de la historia.
Sentimiento Colectivo de Culpabilidad
El sentimiento de culpabilidad generalizado, o al menos bastante articulado, de Occidente es una influencia significativa detrás de las novedosas y sorprendentes manifestaciones contemporáneas de desprecio o incluso negación de la realidad. Ayuda a explicar asuntos como la aceptación de nociones infundadas sobre la responsabilidad de Occidente por el atraso del Tercer Mundo y sobre los efectos presuntamente dañinos de los contactos comerciales entre Occidente y los PMD; la conducta temerosa de Occidente frente a déspotas africanos que carecen de poder externo y de recursos, y la disposición de Occidente por apoyarlos a pesar de su hostilidad hacia éste y ante políticas domésticas a menudo inhumanas; y también la disposición de Occidente de financiar organizaciones internacionales que sirven como foros para avergonzarlo y minarlo.
Por ejemplo, el sentimiento de culpa en Occidente se muestra en la disposición en dar ayuda a gobernantes asiáticos y africanos sin cuestionar sus políticas. Gente con grandes complejos de culpa busca aliviar sus conciencias simplemente con regalar dinero (especialmente dinero de los contribuyentes) sin cuestionar los resultados: lo que importa es dar dinero, no lo que resulte de este proceso.
A pesar de que algunos de los elementos de culpabilidad son parte de la tradición judeocristiana, la culpa de hoy es novedosa. Materialmente, Occidente nunca ha estado tan bien ni se ha sentido tan mal por ello. Una razón para esto es probablemente que la prosperidad material no ha traído la satisfacción ni la felicidad que se esperaba de ella. La culpa ha contribuido a la confusión entre los méritos de la caridad en la ayuda a los menos afortunados y la noción de que las diferencias del ingreso como tales son resultados reprensibles de la opresión y explotación. Estas diferencias son comúnmente llamadas desigualdades o incluso inequidades. La confusión ha sido promovida por el entusiasmo de clérigos que se ven a sí mismos no como líderes espirituales sino como trabajadores del bienestar social o activistas políticos.
Más aún, muchos de los formadores de opinión influyentes, incluyendo a maestros, curas, y gente de los medios, han empezado a sentir aversión por la sociedad occidental, o incluso a odiarla. Están aptos para guardar y provocar sentimientos de culpabilidad.
Un factor principal detrás del surgimiento de la culpa colectiva contemporánea ha sido probablemente la erosión de la responsabilidad personal bajo el impacto del determinismo social. La participación en la culpa colectiva ha tomado el lugar de la responsabilidad individual; fuerzas externas son vistas como responsables de la mala conducta y de los infortunios personales. Y si todos somos culpables, ningún individuo lo es.
El sentimiento de culpabilidad en las sociedades occidentales ha promovido la indiferencia a la realidad, la pérdida de estabilidad y la pérdida de confianza. La pérdida de continuidad y la amputación de la perspectiva de tiempo refuerzan estos efectos de culpabilidad colectiva. Kenneth Clark escribió que no estaba seguro de cuales eran todos los ingredientes necesarios de la civilización, pero que estaba seguro de que la confianza y la continuidad eran indispensables. Ambas se han erosionado gravemente en décadas recientes.
Mal Uso del Lenguaje
En décadas recientes mucha gente inteligente ha comentado sobre el mal uso del lenguaje tanto en el discurso público como en la educación. El desprecio de la realidad promueve la erosión del lenguaje, lo que a la vez promueve un mayor desprecio de la realidad. El lenguaje es para una sociedad lo que el dinero es para una economía; su erosión lleva a la desintegración. El mal uso del lenguaje cubre la interpretación cambiante de conceptos como socialismo, igualdad, crecimiento, monopolio, y otros. Hay veces en los que el mal uso del lenguaje es incluso reconocido. Si un gobierno es designado oficialmente como democrático o como una república del pueblo, sabemos que es un país en donde la gente no tiene voz en el gobierno. Otra categoría de ejemplos es la referencia a países y otros colectivos como si fuesen entidades individuales capaces de tomar decisiones, o entidades en las que toda la gente tiene intereses, experiencias y condiciones idénticas. La agrupación de dos tercios de la humanidad como "Tercer Mundo" es un ejemplo resaltante.
El crecimiento de la especialización, incluyendo largos períodos de entrenamiento especializado, inhibe el ejercicio de facultades críticas a un rango muy corto y engendra el desprecio por la realidad en buena parte del discurso académico y público. Este desprecio también es facilitado por una aversión racional y entendible de la gente por aplicar sus facultades críticas a temas que les afectan pero por los cuales sienten que pueden hacer poco o nada.
La vasta expansión de la información en décadas recientes puede haber sido crítica en la atrofia de la reflexión. Se pretende que la gente, incluyendo los académicos, absorba tanta información y técnica que muy a menudo carecen de tiempo, inclinación y capacidad para reflexionar y observar, incluso para simplemente examinar la información que les llega.
El declive de las creencias religiosas tradicionales también puede haber llevado a un desprecio de la realidad. Esta explicación puede atraer tanto a creyentes como a escépticos. Las creencias religiosas tradicionales proveen una visión del mundo unificada y coherente, y su erosión debilita al pensamiento conectado. De manera conversa, puede argumentarse que la disminución de las creencias religiosas diluye la credulidad de la humanidad en otras y más diversas áreas. La velocidad del declive refuerza tales efectos.
En esta sección y en las tres que le precedieron he sugerido algunas de las fuerzas e influencias detrás del desprecio contemporáneo a la realidad. Sin embargo, debo recordarle al lector que estas sugerencias son necesariamente un tanto especulativas. Esto es especialmente cierto de las reflexiones sobre las variadas y complejas fuerzas detrás del Zeitgeist.
Necesidad de Volver a Mencionar lo Obvio
¿Qué nos ha pasado en Occidente para que estemos tan dispuestos a ir en contra de la realidad y rechazar la evidencia de nuestros sentidos? ¿Qué es lo que nos hace perder nuestra compostura y respeto propio? Pareciera que en medio de una prosperidad sin precedente, algunas fuerzas malévolas e inexplicables hubiesen minado nuestras facultades mentales y morales.
La indiferencia extensiva y sorprendente hacia la realidad es de gran importancia. Entre otros resultados, ha minado los estándares en partes de la economía, otros estudios sociales, y en áreas más amplias de discurso serio. Es una regresión a la barbarie. Ortega y Gasset escribió que la ausencia de estándares es la esencia de la barbarie. Es el hecho de que esta condición prevalece en partes de la ciencia económica al lado de sus grandes logros de décadas recientes, lo que me tiene perplejo ante el estado actual del tema.
La tendencia de rechazar las realidades simples ha minado la compostura, la seguridad en sí mismo y la posición de Occidente en la arena internacional. También ha apuntalado la aceptación no crítica de las ideas y políticas que dañan a Occidente, y aún más a la gente del Tercer Mundo. Esto no es sorprendente. Las comunidades y sociedades empeñadas en despreciar la realidad son vulnerables a la adversidad y también a amenazas tanto internas como externas.
Estas preocupaciones resaltan la exactitud de dos observaciones hechas por autores ampliamente separados por tiempo y muy distintos en la visión general. En el siglo XVII Pascal escribió: "Trabajemos en tratar de pensar claramente: aquí yace la fuente de conducta moral." Y en nuestro propio tiempo George Orwell escribió: "Nos hemos hundido a tal profundidad que la repetición de lo obvio se ha convertido en el deber primordial de los hombres inteligentes."
Notas
[1] Para ser más precisos, de las cantidades ofrecidas y demandadas.
[2] Ver Bauer (1981, pp. 263-64), citando a Wiener (1964).
[3] Existe mucha literatura que trata este controversial tema. Aparte del ensayo de Wiener que mencioné arriba, he encontrado particularmente útiles las observaciones de Sir Peter Medawar (Premio Nóbel en biología) en The Art of the Soluble (1967).
[4] Ver, por ejemplo, Bauer (1972, cap. 15; 1984, cap. 9).
Referencias
Bauer, Peter T. 1972. Dissent on Development. Cambridge: Harvard University Press.
Bauer, Peter T. 1981. Equality, the Third World, and Economic Delusion. Cambridge: Harvard University Press.
Bauer, Peter T. 1984. Reality and Rhetoric. Cambridge: Harvard University Press.
Medawar, Peter. 1967. The Art of the Soluble. London: Methuen.
Wiener, Norbert. 1964. God and Golem, Inc. Cambridge: MIT Press.
Traducido por Constantino Díaz-Durán para el Cato Institute.