Infamia para la democracia

Yesenia Álvarez dice que "Los inicios del 2014 son sombríos para la democracia en la región. Que Cuba, la dictadura más longeva del continente, sea la anfitriona de los 33 países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), nos alerta del poco o nulo compromiso que nuestros gobiernos tienen con los principios democráticos, el Estado de derecho y las libertades".

Por Yesenia E. Álvarez Temoche

Los inicios del 2014 son sombríos para la democracia en la región. Que Cuba, la dictadura más longeva del continente, sea la anfitriona de los 33 países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), nos alerta del poco o nulo compromiso que nuestros gobiernos tienen con los principios democráticos, el Estado de derecho y las libertades.

La hipocresía internacional viene desde enero del 2013, cuando Raúl Castro fue aplaudido e investido como presidente de la Celac por gobernantes que se jactan de ser demócratas. ¿Cómo es posible que Cuba sea elegida, siendo una dictadura, para presidir una organización que supuestamente ha sido creada para defender y proteger el orden democrático y los derechos humanos? ¿Cómo Cuba puede ser anfitriona de una cita que evaluará el seguimiento a declaraciones inspiradas en construir sociedades justas, democráticas y libres?

Cuba viola constantemente todos los principios democráticos. Los Castro se han perpetuado en el poder por más de cincuenta años con un sistema de partido y pensamiento único, sin elecciones libres, sin libertad de expresión y con un férreo aparato represivo de persecución política a los opositores. Sin embargo, desde la constitución de la Celac ningún gobierno latinoamericano ha protestado por la incorporación y permanencia de la dictadura cubana en el organismo.

Y el cinismo de la Celac no tiene límites: en su “Declaración especial sobre la defensa de la democracia” se acordó una cláusula que obliga a sus miembros a adoptar acciones concretas cuando exista una amenaza de alteración del orden democrático. Allí mismo expresa que se buscará el pronunciamiento de la comunidad latinoamericana y caribeña, y que contribuirán a la restitución del proceso político institucional democrático y del Estado de derecho a la brevedad posible.

Es una burla perversa de este esperpento de organismo continental, pues pone a una dictadura a custodiar que no se altere el orden democrático de la región. De ser Celac una organización seria y consecuente, el primer país en el que debe tomar medidas concretas para restituir el proceso político institucional democrático a la brevedad posible debe ser en Cuba. Según su “Declaración especial sobre la defensa de la democracia”, los 33 gobernantes deberían estar buscando el pronunciamiento de la comunidad latinoamericana y caribeña para sancionar al gobierno de Cuba y pedir que haya una restitución del orden democrático.

Por el contrario, la infamia de este organismo continúa. Cuando se reunieron sus miembros en La Habana a fines de enero, nadie pareció exigir que Cuba se sujete a los compromisos democráticos. Además, resultó desconcertante la asistencia de los secretarios generales de la ONU y de la OEA, situación desalentadora si tan destacados representantes internacionales ni siquiera se reunieron con la disidencia, que viene siendo amordazada, amenazada y arrestada por organizar pacíficamente un foro democrático paralelo a la cumbre de la Celac.

Vergonzosamente, los gobiernos latinoamericanos empiezan el 2014 reverenciando a una dictadura y dándole la espalda a la democracia, vaciándola de contenido, haciendo de ella cualquier cosa, transgrediendo la dignidad de un pueblo víctima de unos tiranos. Es hoy, sin duda, uno de esos momentos en que es impostergable la expresión de solidaridad de los ciudadanos demócratas de la región frente a la venia y complicidad de nuestros gobernantes con una tiranía.

Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 29 de enero de 2014.