España: "Podemos" quedar fuera del Euro
Pedro Schwartz afirma que "Todas las medidas que se vislumbran, en caso de llegar Podemos al poder o formar parte de una coalición de gobierno, implican necesariamente la salida de España de la eurozona. El euro ha mostrado tener muchos defectos de fábrica pero nos ofrece un beneficio fundamental: que impone una bienvenida disciplina a los gobiernos dispendiosos de izquierda y derecha".
Por Pedro Schwartz
Cunde la preocupación por el ascenso de la nueva formación política que lleva el nombre de “Podemos” y por el eco de las ideas y propuestas de su líder, Pablo Iglesias. Los resultados de la primera encuesta oficial realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) indican que la nueva fuerza populista se ha puesto al nivel de los dos partidos tradicionales, el Partido Popular y el Partido Socialista, en intención de voto. Supongamos que Podemos consigue formar Gobierno en España después de las elecciones generales de 2016, coaligado con otras fuerza radicales de izquierda. ¿Qué medidas económicas buscaría poner en práctica desde el poder? Considero muy incompletos los análisis de esas medidas que he leído y oído en los medios, tanto por sus probables consecuencias próximas, como por el tipo de sociedad que Podemos pretende construir ulteriormente.
Déficit presupuestario
El efecto primero de las principales medidas propuestas por Podemos es el de aumentar explosivamente el gasto público y olvidar su efecto sobre el equilibrio presupuestario. La más irreal es la de otorgar una renta básica universal a los ciudadanos (¿o habitantes?) de España. Curiosamente, es ésta una idea de Milton Friedman, que quería sustituir todas las dispersas ayudas públicas del Estado de Bienestar por una subvención básica en dinero, para evitar la picaresca que suele acompañar los subsidios de desempleo o las ausencias por enfermedad. Podemos quiere otorgar esa renta además de todas las otras subvenciones. Si el beneficio fuera universal el Estado tendría que cargar con más de 145 mil millones de euros de gasto adicionales. Si tal beneficio se limitara a sustituir el salario mínimo interprofesional y se otorgara sólo a la población activa, el gasto adicional para el Estado sería de: 17 millones de personas por 400 euros mensuales por 12 meses —unos 80.000 millones de euros—. El déficit se elevaría bien en 14,5 puntos porcentuales más, o bien en el mejor de los casos en 7,8 puntos porcentuales.
Sabemos que, por pertenecer España a la Unión Monetaria Europea, tenemos la obligación de reducir el déficit público a una cifra equivalente al 3% del PIB. Con sólo esa propuesta nos colocaríamos en el punto en que nos encontrábamos en el último año del Gobierno Zapatero o más. El déficit anual habría de cubrirse con deuda o con mayores impuestos. La deuda tendría que acumularse a la ya existente en la actualidad, equivalente a casi el 100% del PIB. Ese endeudamiento adicional haría que los mercados elevasen el coste de la financiación pública a niveles griegos antes del rescate. Podemos propone dos salidas para esta situación. Una consiste en la revisión de toda la deuda pública, ya sea del Estado, de las Autonomías o de los Ayuntamientos. El efecto de la amenaza de impago sobre la prima de riesgo (una prima de seguro precisamente por si no se paga) sería más grande aún. La otra salida consistiría en aumentos de impuestos, sobre todos “para los ricos”.
Admitamos que en España hay unas 400.000 personas con ingresos superiores a 120.000 euros al año y que su patrimonio es equivalente a un tercio o incluso la mitad. Ni confiscando el ingreso y apoderándose de las propiedades sin indemnización habría para cubrir ese gasto adicional, entre otras cosas porque nadie querría comprarlas en tales condiciones.
No es la renta básica el único aumento del gasto que propone Podemos. Busca reducir la edad de jubilación a los 60 años, eliminar el copago de las medicinas y toda administración privada de los hospitales, nacionalizar los centros de educación concertada a los que acuden tres millones de niños, imponer precios políticos para la energía —medidas todas que colocarían a España en la incapacidad de atender a sus obligaciones europeas—.
La empresa y el mundo laboral
La eficiencia del aparato productivo español se vería amenazada por otras medidas de tipo populista. Podemos quiere que se prohíba a las empresas con beneficios reducir sus plantillas: tendrían que mantener o aumentar el empleo. El salario mínimo se elevaría y se decretaría un máximo para los sueldos. Una medida que tendería a aumentar el desempleo de quienes menos formación tienen para el trabajo; y el tope a los sueldos incentivaría la huída de los talentos. No olviden que Londres es la segunda ciudad francesa por número de habitantes, muchos en busca de un ambiente en el que progresar con mayor libertad.
Pablo ha dirigido también su atención a los precios de la energía y otros elementos básicos de la producción y el bienestar. Se darían instrucciones a las empresas para que cargaran precios políticos, bajo la amenaza de la nacionalización. El déficit tarifario de las compañías eléctricas se multiplicaría. Tampoco hace falta subrayar las consecuencias que ese tipo de política tendrían sobre las inversiones extranjeras. Por dar un ejemplo: una de las partidas principales de nuestra exportación es la del automóvil; los dueños extranjeros de las fábricas sitas en España trasladarían la producción a otras tierras.
Es conocida la enemistad de toda la izquierda española frente la incompleta reforma laboral realizada por el Gobierno Rajoy. Esa hostilidad se multiplica en el caso de los simpatizantes de Podemos. No me cabe duda de que volveríamos a la imposición de convenios colectivos nacionales y la vuelta a una rígida legislación laboral —del tipo que ha traído a España tanto paro de jóvenes y mayores—.
La pertenencia al euro
Todas las medidas que se vislumbran, en caso de llegar Podemos al poder o formar parte de una coalición de gobierno, implican necesariamente la salida de España de la eurozona. El euro ha mostrado tener muchos defectos de fábrica pero nos ofrece un beneficio fundamental: que impone una bienvenida disciplina a los gobiernos dispendiosos de izquierda y derecha. Si España quiere gozar de un continuo crecimiento de bienestar, tendrá que mantener y mejorar un sistema en el que vale la pena ahorrar e invertir —y en el que la grasienta obesidad de las Administraciones Públicas no suponga una inacabable tentación para “la mamandurria”, como suele decir una de nuestras políticas que con más transparencia usa el español—.
Confiese pues Podemos que quiere que abandonemos Europa y el mundo occidental. He tenido la curiosidad de leer la tesis doctoral de Pablo Iglesias. Deduzco que Pablo Iglesias y sus compañeros de aventura son personas inteligentes, cultas y seductoras. De ninguna manera debemos despreciarlos, como ellos hacen con quienes defendemos la democracia liberal. El sistema político español adolece de graves defectos pero es posible ponerlo de nuevo al servicio del bienestar de los españoles por medio de reformas realistas y bien meditadas. No es la primera vez que grupos de bien intencionados soñadores han dejado una estela de desgracias en la sociedades que han pretendido transformar “para hacernos realmente libres”. Celebramos este año el vigésimo quinto aniversario del desmantelamiento del Muro de Berlín, que finalmente echó por tierra el proyecto leninista de crear un hombre nuevo.
Impertérritos, los seguidores de crueles profetas totalitarios vuelven a proponernos transformaciones mesiánicas, cuyos efectos son observables en sus admiradas Cuba y Venezuela. No les atribuyamos exclusivamente las culpas de estos crueles experimentos. Nosotros hemos preparado la tierra en que crecen esas venenosas semillas con nuestra incapacidad de pasar por el cedazo de la crítica los muchos planes imprudentes e inviables con los que compramos los votos de una crédula ciudadanía. El sueño de la razón produce monstruos.
Este artículo fue publicado originalmente en Expansión (España) el 6 de noviembre de 2014.