Ecuador: ¿Conviene un rescate del FMI?
Gabriela Calderón de Burgos afirma que la solución al problema fiscal del Ecuador no está en acudir al FMI para que este le proporcione alivio a un gobierno que no da señal alguna de realmente querer realizar reformas estructurales.
Por Gabriela Calderón de Burgos
Pareciera que se ha formado un consenso entre quienes hacen opinión pública1 de que la solución a los problemas económicos del Ecuador necesariamente se encuentra en acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI)2 para obtener financiamiento inmediato en mejores condiciones. Pero los acuerdos con el FMI suelen posponer la implementación de reformas estructurales, especialmente en casos en que el gobierno que recibe ese dinero claramente no quiere realizarlas. El riesgo moral ha viciado la relación entre los gobiernos clientes y el FMI. Como ejemplo considere la historia del FMI en Argentina o incluso más recientemente en Grecia.
Los ecuatorianos no necesitan que su gobierno sea rescatado, más bien necesitamos protegernos nosotros mismos de nuestro gobierno exigiéndole que corrija sus errores.
Una adicción no se cura con más droga. Si el gobierno sufre de una adicción al gasto público tan aguda que ha logrado colocar al país con una brecha de financiamiento de cerca de $10.0000 millones, a pesar de haber recibido una de las mayores bonanzas petroleras en la historia del Ecuador, ¿realmente cree que esta adicción se cura habilitándolo a volver a gastar y endeudarse?
Es una buena práctica, cuando alguien no goza de credibilidad —y este gobierno la está perdiendo cada día más como sujeto de crédito— exigirle resultados antes de entregarle alguna recompensa o alivio. Es esencial que el enfermo primero reconozca su enfermedad y su voluntad a tratarla. Solo el adicto puede resolver su adicción. Sus familiares y quienes lo rodean lo mejor que pueden hacer es no acolitarle su adicción proveyéndole los medios para que continúe en sus andanzas.
Entonces antes de cualquier discusión acerca de una reestructuración de la deuda con el FMI u otro organismo multilateral, es necesario que el gobierno demuestre en los hechos un genuino esfuerzo por reducir el gasto público. Esto no derivaría como muchos dicen en una mayor recesión, de hecho hay varios ejemplos de países dolarizados o euroizados que realizaron drásticas reducciones del gasto público y experimentaron como resultado una saludable recuperación, como Panamá y los países bálticos. Sí es cierto que la distorsión acumulada por la fiesta de gasto de este gobierno no hay forma de resolverla sin que exista costos de por medio. La cuestión está en reducir a un mínimo el costo del ajuste y la duración de la recesión. Eso no se logra consiguiéndole un salvavidas a un gobierno que no da señal alguna de querer rectificar.
Sobre el ajuste por el lado del gasto público, se ha dicho que redundaría en una mayor crisis por la subida en la tasa de desempleo. Pero no es cierto que reducir el empleo público equivale a aumentar el desempleo, al menos al mediano y largo plazo. Considere esta explicación del economista argentino José Luis Espert acerca del reciente despido de empleados públicos en Argentina:
“A la sociedad le cuesta entender que un empleado público ‘ñoqui’ o que no tiene nada que hacer no sólo es una estafa al contribuyente, sino que es de una ineficiencia extrema porque se le está quitando al sector privado un ingreso que podría asignar con mucho más criterio y eficiencia que el Estado, generando más trabajo y empleo productivo. Es falso que un empleado público menos sea un desempleado más. No hay ningún motivo para pensar que el sector privado no lo contrataría”.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 5 de febrero de 2016.
Referencias:
1. "Alberto Dahik recomienda volver al FMI y eliminar subsidios", El Universo (Ecuador, 9 de septiembre de 2015); "¿Ecuador debe ir al FMI?", 4pelagatos.com (22 de enero de 2016); "¿Ir al Fondo Monetario Internacional?", 4pelagatos.com (4 de febrero de 2016); "El FMI, la única salida viable", El Comercio (Ecuador, 21 de enero de 2016).
2. Organismo bien descrito por Juan Ramón Rallo: “Como máximo representante del neoliberalismo salvaje —por mucho que se trate de una burocracia internacional creada por Keynes, alimentada con el saqueo de los contribuyentes y cuyo cometido esencial es el de rescatar a gobiernos manirrotos para que sigan despilfarrando— cumple su función social dentro del marco dominante del pensamiento único estatista proporcionando tendenciosos titulares de prensa que, casualmente, permiten cargar contra el libre mercado pero jamás terminan de ser lo bastante contundentes como para proceder al muy necesario cierre del Fondo”.