Desigualdades en China

Por Manuel F. Ayau Cordón

China es donde más y más rápidamente se ha reducido la pobreza. Es el resultado espectacular de la economía de mercado que han logrado desarrollar, a pesar de no contar todavía con la estructura jurídica propia del capitalismo. Sin embargo, la revista The Economist informa que está surgiendo una gran controversia política debido a las grandes diferencias de ingresos de los muchos nuevos multimillonarios en comparación con aquellos chinos que siguen siendo muy pobres. Esa controversia demuestra incomprensión de la realidad económica.

Pasar de un estado de pobreza general a un estado de bienestar general no se logra jamás en forma pareja porque la producción y distribución de la riqueza es un mismo acto y no algo que primero se produce y que luego se distribuye. No se trata que de repente aparece un lote de riqueza que no pertenece a nadie y que se puede repartir. La riqueza no llega a existir sin dueño porque es producida con recursos que tienen dueño, aunado a esfuerzo personal. Por eso es que la riqueza primero llegará a unos y luego a más gente, si no se entorpece el proceso.

Lo que no se puede evitar es que el proceso sea disparejo. Como algunos se han vuelto muy ricos mientras otros siguen siendo muy pobres, se suele decir que los pobres son pobres porque los ricos son ricos, como si la riqueza que unos lograron se la hubieran quitado a quienes legítimamente les tocaría. La realidad es que el tamaño del pastel aumentará mientras sus beneficiarios directos sean sus creadores. Si en aras de igualdad se frena el proceso de creación, habrá menos que distribuir y quienes entonces más sufren son los más pobres.

En América Latina lo que prevalece es más bien el mercantilismo y no el capitalismo (economía de mercado). Mercantilismo y economía de mercado son sistemas opuestos. El capitalismo (nombre inventado por Marx porque el capital es privado, es decir, las fábricas no son del gobierno sino de particulares), se caracteriza por tener una misma ley aplicada a todos por igual, respeto a los derechos de propiedad de las personas (por encima de lo que puedan querer los demás) y un poder judicial que protege la vida, la libertad y el cumplimiento de los contratos. Todo esto resulta en una economía libre, de mercado o capitalista, la cual se basa en los derechos individuales.

Pero no confundamos libertad con oportunidad. Libertad significa que cada quien toma sus propias decisiones respecto a las oportunidades que tiene, sean estas muchas o pocas. Ausencia de libertad significa que otros disponen de nuestro destino. Eso se llama esclavitud o servidumbre, total o parcial. Las oportunidades surgen de circunstancias distintas para cada persona, lugar y tiempo.

Es una lástima que en nuestro imperfecto mundo la distribución de la riqueza no ocurra en forma pareja, pero lo importante es reducir la pobreza y si esto sólo se logra en forma dispareja sería muy cruel insistir en que sea parejo. La realidad es que si a todos se aplica la misma ley, el resultado siempre será desigual, pero solamente así habrá más ricos y menos pobreza.

Para lograr que los resultados sean iguales habría que tratar a todos de manera desigual, compensando las ventajas que gozan los más inteligentes, mejor entrenados y más esforzados porque todos somos distintos físicamente, intelectualmente y nacimos en circunstancias diferentes.

Creo que nadie querrá vivir en un mundo donde la ley se aplica arbitrariamente y en forma distinta, según cada quien lo exija, ya que la imposición de igualdad de resultados no es aceptable a cambio de desigualdad ante la ley y pobreza generalizada. Los chinos están comprendiendo esa realidad.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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