Crisis de confianza

Gabriela Calderón dice que el actual problema no es de liquidez en el sistema financiero sino "la desconfianza que de repente surgió entre los actores del mercado porque se dieron cuenta que no saben cómo evaluar de manera efectiva los activos suyos y los de los otros".

Por Gabriela Calderón de Burgos

Washington, DC— ¿Por qué no se han calmado los mercados luego de tanto respaldo e intervención gubernamental? Tal vez porque esa intervención y aseguración estatal no atacaron la raíz del problema.

El sistema financiero moderno depende de la confianza. La confianza de los individuos en la moneda—ya sean dólares, euros o yenes; la confianza de los banqueros, depositantes e inversionistas de que no todos los depositantes querrán retirar sus depósitos simultáneamente; y la confianza de que si uno presta algo si será posible cobrar. Hasta los sistemas financieros y bancos más sólidos del mundo pueden colapsar si la confianza flaquea y así ha sucedido. La actual crisis nos obliga a repensar el sistema financiero global.

A principios del siglo XX, el mundo se embarcó en una proliferación de bancos centrales. La Gran Depresión, como lo demostraron Milton Friedman y Anna Schwartz en su obra Una historia monetaria de EE.UU., fue el resultado de la torpeza de la Reserva Federal. De acuerdo a Friedman y Schwartz, esa era una crisis de liquidez y en un sistema en el que la ‘Fed’ sostiene el monopolio de la emisión de dinero, pues solo le correspondía a esta proveer la liquidez necesitada. Hizo lo contrario.

A pesar de la torpeza que demostraron los banqueros centrales desde el principio, la banca central era la nueva moda. Mientras que en 1900 solo habían 18 bancos centrales, para 1940 habían 40, y para 2007 habían 164. Desde 1937, en su libro La desnacionalización de la moneda, el Premio Nóbel de Economía F.A. Hayek nos advirtió que las monedas nacionales derivarían en un caos monetario y en el contagio de las crisis monetarias.

Todo iría bien en este sistema de bancos centrales, se decía, siempre y cuando haya confianza en el sistema y en las monedas “fiduciarias”. El hecho de que el sistema consista de monedas fiduciarias hace que el comportamiento fiscal de los gobiernos sea importante para determinar la confianza que los individuos tienen en determinada moneda y en los bonos denominados en esa moneda. Los bancos centrales que emiten monedas con reserva de valor (una moneda con la cual usted si está dispuesto/a a ahorrar) son aquellos de países que, como nunca antes, están asumiendo obligaciones muy superiores a su capacidad de pago. ¿Qué pasaría si estos gobiernos, de repente, son incapaces de pagar todo lo que los salvatajes y demás obligaciones (seguridad social, subsidios para atención médica, etc.) para con sus ciudadanos? Por ejemplo, probablemente los bonos de la tesorería de EE.UU. ya no serían tan “libres de riesgo” como se nos dice en cualquier clase de finanzas.

Y es que lo preocupante de la actual crisis, dice James Dorn del Cato Institute, es la inflación que puede resultar de las medidas que está tomando la Reserva Federal: “En la ‘Fed’ están preocupados por que se congele el mercado de créditos y por eso están inyectando liquidez. Pero tanto dinero inyectado a la economía podría resultar en una inflación y eso podría erosionar aún más la confianza de los individuos en el sistema ”.

Por otro lado, Anna Schwartz, co-autora con Friedman del libro anteriormente mencionado, dijo al Wall Street Journal que el actual problema es la falta de información. “La ‘Fed’…ha actuado como que si el problema fuese una falta de liquidez. Ese no es el principal problema. . . Los préstamos dejan de concederse cuando los prestamistas no están seguros de que los prestatarios tendrían los recursos para pagarlos. Así que asumir que todo el problema es liquidez inadecuada evade el verdadero asunto”.

El verdadero asunto es la desconfianza que de repente surgió entre los actores del mercado porque se dieron cuenta que no saben cómo evaluar de manera efectiva los activos suyos y los de los otros. La intervención de la banca central de EE.UU. y otros bancos en países desarrollados para no solo realizar salvatajes sino convertirse en dueños parciales de los bancos será inútil en cuanto a eliminar el problema de falta de información creíble.

El laberinto legal que existía (y que todavía existe) no funcionó para transparentar las operaciones del mercado y fomentar de esa manera la confianza entre los individuos. Es ahí donde está la falla, no en la codicia o libertad de acción de los miles de individuos que participan día a día en las bolsas del mundo. Si deben haber estándares, pero aquellas que permitan la imparable innovación en los mercados financieros y fomenten la comunicación de información dentro del mercado.

Este artículo fue publicado originalmente en la revista Clubes (Ecuador) en la edición de noviembre de 2008.