Bancos más "fuertes", economías más débiles
Steve Hanke considera que "La aceptación religiosa de los mayores coeficientes de capital/activos para los bancos por parte de los oráculos, en medio de la recesión más severa desde la Gran Depresión, ha sido un gran error".
Por Steve H. Hanke
El torpe establecimiento de oráculos, particularmente cuando se trata de hacer guerra, es común y está bien documentado. El profesor Bruce Kukclick, en su libro Intellectuals and War from Kennan to Kissinger (Oráculos ciegos: Los intelectuales y la guerra desde Kennan hasta Kissinger), ofrece argumentos persuasivos y una montaña de evidencia para apoyar esta tesis en las esferas de la política exterior y de la guerra. Sin embargo, este preocupante patrón no se limita a estas esferas. El libro del doctor Thomas Sowell, The Vision of the Anointed (La visión del ungido), nos revela que a menudo los oráculos económicos siguen el mismo patrón de quienes habitan las oficinas del Departamento de Estado y el de Defensa.
Los funcionarios de la Tesorería y de la Reserva Federal de EE.UU., así como sus asesores y el equipo de periodistas, frecuentemente operan como si estuvieran ciegos frente a las potenciales consecuencias de sus prescripciones de políticas. Y porque el pensamiento de grupo reina en los círculos del establishment, los errores pueden continuar sin rectificación durante largos periodos de tiempo y ser catastróficos.
Actualmente estamos presenciando uno de estos errores. Desde el Pánico de 2008-09, si no desde antes, los organismos de regulación económica y financiera han estado presionando a los bancos para que recauden nuevos capitales y fortalezcan su hojas de balance. Y si los bancos no recaudan más capital, se les pide disminuir la cantidad de activos de riesgo (préstamos) en sus balances. Por otra parte, se nos dice que, para evitar futuras crisis, los bancos deben ser más fuertes. De una forma u otra, el porcentaje de capital como parte de los activos de los bancos (el coeficiente capital/activos) debe incrementar —entre más alto, mejor.
Prácticamente todos los personajes del establishment económico y financiero se han subido a este tren. El Presidente de la Fed, Ben Bernanke, y el Secretario de la Tesorería, Timothy Geithner, han sido importantes defensores de las pruebas de estrés para los bancos y de los mayores coeficientes de capital en relación a activos. El Gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, ha encabezado esto en Inglaterra. En el viejo continente, el Ministro de Finanzas de Italia, Giulio Tremonti y el Gobernador del Banco de Italia (Presidente encargado del Banco Central Europeo), Mario Draghi, han presionado frenéticamente a los bancos italianos para que recauden más capital y la mayoría —con la excepción de UniCredit, el mayor banco de Italia— han cumplido.
No es sorprendente que el Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en ingles) —el "banco" de los bancos centrales— localizado en Basilea, Suiza, ha emitido las nuevas normas de capital con el nombre de Basilea III. Estas normas incrementarán los requerimientos de capital de los bancos de 4% a 7% de sus activos con riesgo ponderado. Y si eso no fuera suficiente, el Comité de Basilea acordó agregar a finales de junio un recargo del 2,5 por ciento encima del 7% para los bancos que se consideran demasiado grandes para quebrar. Para algunos, incluso estos obstáculos no son lo suficientemente altos. El Banco Nacional de Suiza quiere imponer un altísimo requisito del 19% a los dos bancos más grandes de Suiza, UBS y Credit Suisse. En junio, la cámara alta del parlamento suizo aprobó esa tasa. En EE.UU., los funcionarios de la Fed y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) también promueven recargos de capital para los bancos “grandes”.
Los oráculos han exigido coeficientes de capital/activos más altos para los bancos. Y eso es exactamente lo que han recibido. Basta con mirar lo que ha sucedido en la eurozona (véase el gráfico adjunto). Desde el inicio del Pánico de 2008-09, los bancos de la eurozona, bajo la presión política y anticipándose a Basilea III, han incrementado dramáticamente sus coeficientes de capital/activos. De hecho, el actual coeficiente más alto de capital/activos implica que los bancos de la eurozona hoy tienen cerca de 400 mil millones de euros más en capital de lo que hubieran tenido si el coeficiente capital/activos se hubiese quedado donde estaba en agosto de 2008. Estos 400 mil millones de euros representan alrededor de 4,5% del total de la masa monetaria M3 de toda la eurozona en agosto de 2008.
Los oráculos han estallado en aplausos con el aumento de los coeficientes capital/activos. Ellos afirman que el tener más capital ha hecho que los bancos sean más fuertes y seguros. Aunque a primera vista esto parecería una conclusión razonable, aquí no termina la historia.
Para un banco, sus activos (dinero en efectivo, préstamos y valores) deben ser iguales a su pasivo (capital, bonos y obligaciones que el banco tiene con sus accionistas y clientes). En la mayoría de los países, la mayor parte de los pasivos de un banco (aproximadamente el 90%) son los depósitos. Dado que los depósitos pueden ser usados para hacer pagos, los depósitos son "dinero". En consecuencia, la mayoría del pasivo de los bancos se constituye de dinero.
Para aumentar sus coeficientes de capital/activos, los bancos pueden aumentar el capital o reducir los activos. Si los bancos reducen sus activos, sus obligaciones por depósitos bajarán. En consecuencia, los saldos de dinero serán destruidos. Así que paradójicamente, en nombre de hacer que los bancos sean más seguros, el tratar de reducir el apalancamiento de los bancos y el tamaño de sus hojas de balance, destruye los saldos de dinero. Esto, a su vez, afecta la liquidez de las empresas y los precios de los activos. También reduce el gasto comparado a lo que habría sido sin mayores coeficientes de capital/activos.
La otra manera de aumentar la proporción de capital en los activos de un banco es a través de la obtención de capital nuevo. Esto también destruye dinero. Cuando un inversionista compra acciones de un banco en una nueva emisión, el inversionista intercambia fondos de un depósito bancario por nuevas acciones. Esto reduce el pasivo por concepto de depósitos en el sistema bancario y acaba con el dinero.
Al tratar de presionar a los bancos a que incrementen sus coeficientes de capital/activos para hacer a los bancos supuestamente más fuertes, los oráculos han hecho a sus economías (y tal vez a sus propios bancos) más débiles.
El profesor Tim Congdon muestra de forma convincente en su libro Central Banking in a Free Society (La banca central en una sociedad libre) que el incremento descontrolado de los coeficientes de capital/activos de los bancos disminuye el crecimiento de las medidas amplias de la oferta monetaria. Además, dado que el dinero domina, el crecimiento económico se verá afectado negativamente si los bancos se ven obligados a aumentar sus coeficientes de capital/activos.
La manía de aumentar el capital en la eurozona y sus consecuencias son claras. La tasa de crecimiento de la medición amplia del dinero (M3) ha disminuido en la región desde el inicio del Pánico de 2008 -09 y actualmente se encuentra apenas por encima de cero. El caso de Grecia es impactante, con una contracción del M3 a un ritmo anual del 10%. Italia recientemente sacudió los mercados. Aunque no está al borde de un espiral de muerte, como Grecia, ha entrado en la zona de peligro, con tasas crecimiento de M3 en territorio negativo. Mientras que la fuga de capitales (retiro de depósitos) está en pleno apogeo en Grecia, a medida que el final se aproxima, esto todavía no se ve en Italia (véase gráfico adjunto). Debemos mantener la mirada sobre los depósitos italianos.
La aceptación religiosa de los mayores coeficientes de capital/activos para los bancos por parte de los oráculos, en medio de la recesión más severa desde la Gran Depresión, ha sido un gran error. A pesar de que tal vez hizo a los bancos temporalmente "más fuertes", ha contribuido en gran medida al deterioro de los indicadores de la oferta monetaria y a un crecimiento económico anémico. Las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para la eurozona, Grecia e Italia para el 2012 parecen ser demasiado optimistas (véase el cuadro adjunto). Hasta que los oráculos entren en razón y dejen de requerir cada vez mayores coeficientes de capital/activos, podremos esperar todavía escaso crecimiento (o contracción) de la oferta de dinero, economías débiles, crecientes problemas de deuda, continua volatilidad en los mercados y un deterioro en los niveles de confianza.
Este artículo fue publicado originalmente en la revista Globe Asia, agosto de 2011.
Referencias:
Tim Congdon, Central Banking in a Free Society, Londres: Institute of Economic Affairs, 2009.
Bruce Kuklick, Blind Oracles: Intellectuals and War from Kennan to Kissinger, Princeton, New Jersey: Princeton University Press, 2006.
Thomas Sowell, The Vision of the Anointed: Self-Congratulation as a Basis for Social Policy, New York: Basic Books, 1995.