Aumento del precio de los alimentos
Por Gary S. Becker
Malthus y muchos de sus modernos seguidores asumen que el crecimiento de la población causa aumentos en los precios de los alimentos. En 1968, el biólogo Paul Ehrlich, en su libro “La bomba poblacional”, predijo que cientos de millones de personas morirían de hambre para mediados de los años 70. Desde luego que eso no sucedió y en los últimos 40 años el precio de los cereales y demás alimentos básicos ha bajado en relación con los precios de productos no alimenticios. Pero esto ha cambiado en los últimos dos años y en 2007 la inflación en el precio de los alimentos ha sido mayor que en todo lo demás.
Pero el aumento de la población mundial no resultó ser el factor determinante, entre otras cosas porque su crecimiento se ha reducido en los últimos 30 años. Una razón mucho más importante ha sido el aumento del ingreso per cápita en los países en desarrollo, especialmente en China y la India. Otro importante factor han sido los subsidios gubernamentales al maíz para producir biocombustibles que sustituyan al petróleo. La producción de etanol utilizará casi 30% de la cosecha total de maíz en Estados Unidos el próximo año.
El aumento del precio de los alimentos ha causado pánico en muchos países que han impuesto controles de precios y restricciones a las exportaciones de alimentos básicos. Otros países consideran ofrecer subsidios e imponer más regulaciones para impedir que sigan subiendo los precios de los alimentos.
La mayoría de esas medidas resultan contraproducentes porque desalientan en lugar de fomentar la producción de alimentos. Los agricultores se dedicarán a otros cultivos si les fijan un precio máximo al trigo, mientras que los subsidios agrícolas provocan mayor producción, pero distorsionan la asignación de recursos entre alimentos y demás bienes que los consumidores desean. Por el contrario, eliminar aranceles a la importación de alimentos, acabar con los subsidios a la exportación de alimentos y dejar que los agricultores hagan el uso que más les conviene de sus tierras contribuyen a la mayor eficiencia mundial en la producción y consumo de alimentos.
Los precios de los alimentos bajaron a lo largo de casi todo el siglo XX por los avances tecnológicos logrados. Éstos incluyen el desarrollo de mejores fertilizantes, la rotación de siembras, el control de enfermedades de las plantas y animales, modificaciones genéticas de cosechas y otras innovaciones. Todo esto debe seguir mejorando, especialmente si los gobiernos reducen sus restricciones a las modificaciones genéticas de los cultivos y si lo agricultores tienen la libertad de reaccionar libremente a los precios del mercado y demás indicaciones de lo que la gente quiere.
El rápido aumento del precio de los alimentos hace mucho más daño a los países pobres porque su gente gasta una considerablemente mayor proporción de sus ingresos en comida. La gente en Estados Unidos y en otros países ricos gasta alrededor de 10% de sus ingresos en alimentos, mientras que la gente de países muy pobres gasta más de 60%. Esto significa que un aumento de 30% anual en el precio de los alimentos durante cinco años reduciría el nivel de vida en apenas 3% en los países ricos, pero en 21% en los países pobres, si todo lo demás se mantiene igual.
Dentro de cada nación, los más pobres siempre son los más afectados por los aumentos de precio de los alimentos y por ello es que los gobiernos tienden a intervenir.
Mi conclusión es que los temores maltusianos no sucederán. La producción de alimentos se adaptará a la mayor demanda de los países en desarrollo y los precios futuros de los alimentos tenderán a la baja como sucedió en los últimos 100 años. Una incertidumbre tiene que ver con el calentamiento global y los biocombustibles porque cada vez mayores extensiones de tierras cultivables se dedicarían a la producción de etanol y no de alimentos.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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